Hace algunos días se realizó en la Universidad Austral de Chile el II Congreso Interescolar de Contingencia Nacional: “Proyectando a Chile desde sus jóvenes”, organizado por Hampton College junto a la Escuela de Historia y Ciencias Sociales UACh. La instancia reunió a una amplia y diversa comunidad escolar proveniente desde Iquique hasta Coyhaique. Sí, un congreso académico para adolescentes y no para adultos “expertos”.
La alta participación - con más de veinte instituciones representadas y cerca de cincuenta ponencias - evidencia la urgente necesidad de que la voz juvenil ocupe un lugar central en la discusión pública, especialmente si aspiramos a construir un Chile más democrático, plural y consciente de sus múltiples desafíos.
Este tipo de encuentros, además de fomentar el pensamiento crítico y fortalecer la formación ciudadana, permite situar en el centro del debate las reales necesidades de las personas desde una mirada territorial y comunitaria. Contribuye a reconocer la diversidad del país, los distintos requerimientos y preocupaciones de la ciudadanía, y a promover la participación, la reflexión, el análisis y la tolerancia, todos valores esenciales para la democracia.
Asimismo, estas instancias representan una forma innovadora de comprender la enseñanza y el aprendizaje, donde la educación va mucho más allá de las aulas para encontrarse con otras realidades, territorios y culturas. Rompen, además, con la lógica excesivamente “adultocéntrica” tradicional, al reconocer que los jóvenes no son solo meros receptores de conocimiento, sino también constructores de su propio aprendizaje y protagonistas de su desarrollo personal y social.
Temáticas como la educación sexual, la integración migratoria, la salud emocional/mental, el medio ambiente, la economía y el desarrollo, los derechos humanos, la ciencia o aspectos propios de la vida escolar - como la deserción, la convivencia y las proyecciones juveniles - reflejan las inquietudes que hoy movilizan a las y los jóvenes. Crear y sostener espacios de encuentro como este resulta vital para generar aprendizajes más significativos y transformadores.
Por lo mismo, es fundamental que en el Chile que estamos construyendo se multipliquen las instancias de diálogo y participación, donde los jóvenes puedan expresar sus ideas, inquietudes y aportes constructivos. Ellos son los verdaderos agentes de cambio, llamados a proyectar el país y a plasmar, con sus compromisos y convicciones, una nueva forma de entender el bien común.
¿Podemos proyectar un mejor país sin la voz de la próxima generación? En el CICN 2025 quedó muy claro: no. El camino está trazado, y solo avanzaremos si lo recorremos junto a quienes heredarán el mañana.
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