Se está viendo poco el abejorro colorado, la verdad muy poco dicen los entendidos. Ese Bombus de cuatro centímetros no pasa desapercibido, al menos por su tamaño y ruidosos movimientos, al exacerbar sus instintos, por verse rodeado de flores silvestres. Hace unos días, Andrea envió un hermoso video a la familia, desde Algarrobo, de este colorado individuo que cada vez se hace más esquivo. Sabido es que es uno de los polinizadores de mayor reconocimiento, pues su peludo cuerpo puede llevar cantidades de granos de polen en sus andanzas. Nativo de Chile y Argentina, era un acompañante habitual durante nuestra niñez, al igual que las mariposas coloradas arreboladas de negro y otras amarillas relampagueadas de verde.
El biólogo, Mario Ramos, doctorado en biodiversidad, lo ubica desde Coquimbo a Puerto Williams, anidando en agujeros escondidos en suelos protegidos, naturales o realizados por otros animales.
Ahí van, ahí están, proliferando con tres tipos de castas, una organización propia del genero Aphis, sorprendiéndonos en laderas colmadas de flores, conversando y asignando tareas, las que vienen determinadas, por su naturaleza. Se ubica la reina fértil, unas obreras infecundas, y zánganos acompañantes. La vida corre, la naturaleza los desafía, el año es largo y cada día tiene su afán, en la procura de permanecer con vida, en los difíciles tiempos, que les está tocando.
Dicen que el abejorro colorado es especial y qué duda cabe, sólo basta introducirse en la cultura ancestral mapuche para detenerse a reflexionar en sus leyendas. Poesías y aquelarres, machitunes y experiencias, ahí va, ahí está. Que, en la primavera previa, exactamente el primero de septiembre, dice el mito sobre el cambio de estación que su espíritu baja desde las altas montañas, pero también emerge serena de las aguas del mar, un envolvente movimiento se interna por acantilados, laderas y quebradas. Ya se inunda el ambiente con relatos a araucarias, canelos y alerces, y se puede destacar de una adaptación de José Montalva, que “el polen naranjo de la flor sagrada se expande, metamorfoseado en ruidosos abejorros, que serán las diásporas de su mensaje”.
Era la noche del 5 de abril recién pasado, conversábamos animadamente alrededor de una gran fogata, luego de habernos reunido en el sector Los Niches, Curicó, con la promoción de la universidad. Un compañero, Juan José Barriga, destacado entomólogo, tocaba el tema de los abejorros nativos, manteniendo la mente despejada entre muy buenos vinos y destilados. Al parecer el tema está en su ”prime“, nos comenta de lo delicado que están las poblaciones de los abejorros colorados, pero no sólo por los escapes continuos de los abejorros introducidos, que se internan como polinizadores en hortalizas bajo invernaderos, también va a la acción de las abejas, que, como insectos foráneos y multiplicados, compiten con mucha ventaja, especialmente desde los años 50, del siglo pasado.
La inquietud existe, hasta radios locales han comentado el peligro de extinción del abejorro colorado en el Wallmapu, y es que no solo es un polinizador más para su cultura, es el guerrero que trabaja desde el amanecer hasta el ocaso. No lo detienen las lluvias, bajas temperaturas, ni vientos huracanados. Mira desde las quebradas y visita las casas en primavera, como almas desdobladas de los weichafes muertos en batalla. Esa presencia de los ancestros, recuerdan su fuerza y valentía, respeto a las tradiciones, lucha y resistencia, ritos y ceremonias. En fin, simbolismos que llenan un ambiente de fuego, humo y rucas patrimoniales.
Criados artificialmente en Holanda, en los años 80, los abejorros exóticos, pues su vibración es particularmente efectiva en polinización de flores de tomates, bajo invernadero. Fue el INIA de nuestra región en 1997, que ingresó las primeras colonias, sin imaginar las externalidades negativas, del que hoy son acusados, y que es nada menos que el favorecer la temida disminución del nativo abejorro colorado. No solo por competencia de territorio y hospederos, aspectos que también, podría culparse a las abejas, básicamente por introducir parásitos intestinales, algunos causantes de provocar la esterilidad de la reina, una deidad que siempre fue la dueña de la comarca. De hecho, el naturalista francés, Félix Guérin-Méneville, ya lo identificó en 1835.
Ivette Sierra Praeli, periodista peruana especialista en temas ambientales, escribe un artículo en Mongabay Latan, portal web estadounidense, sobre la invasión del abejorro europeo a la Patagonia argentina, desde Chile, pues el país vecino no ha permitido su introducción voluntaria. Los abejorros invasores o alienígenas, tienen muy deprimidos los abejorros nativos del sur argentino y estudios de posibles rutas, estarían poniendo en riesgo, en un futuro cercano, el norte chileno y argentino. Es así como subiendo por el cordón andino, llegaría a Bolivia y Perú, pampa argentina, nordeste del Uruguay y sur de Brasil, por la costa atlántica. El invasor europeo, está poniendo en riesgo la polinización de plantas del sur chileno y argentino, ya que no actuaría sobre ellas.
Algo especial tiene nuestro abejorro colorado. El video captado por Andrea no es habitual, pues ella es más citadina que naturalista, más tecnológica que costumbrista, pero, en fin, ahí va, ahí está. IUCN (International Union for Conservation of Nature), ha publicado el abejorro colorado nativo en lista roja de peligro de extinción, pues existe una merma de un 90 % de la población. Estudios ambientales indican que se pierden 150 especies por día en el mundo. ¿Será que estamos a poco tiempo de la extinción de nuestro Bombus colorado? ¿Será que las leyendas ancestrales quedarán en letra muerta? ¿ Será que insistiremos en la entrada, supuestamente controlada, de polinizadores exóticos, para producir tomates?
Que no sea así, “Dios nos escuche y el diablo se haga el sordo”.
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