"Escriba, joven, sin miedo, que en Chile nadie lee". Recordé esta frase que Andrés Bello le habría comentado a uno de sus discípulos, a propósito del día del libro que celebramos este 23 de abril. Hay quienes dicen, siguiendo esta lógica, que Chile es un país de escritores, pero no de lectores. ¿Es así?
La verdad es que las estadísticas dejan poco margen al entusiasmo. Para el Simce 2023, un 41% de los escolares de 4º básico no alcanzó el nivel adecuado de comprensión lectora y el último informe PISA ubicó a Chile por debajo del promedio de la OCDE en habilidades lectoras.
Sin embargo, lejos de estas cifras, existen micro mundos que luchan por promover la lectura. En ferias comunitarias, bibliotecas móviles, salas de clases con profesores inspiradores, clubes de lectura o en redes sociales, donde influencers comentan libros con fervor, hay señales de vida lectora. Y es que la lectura hoy no solo se da en circuitos formales ni se limita a la literatura más clásica. Hay adolescentes que descubren la poesía gracias a TikTok, niños que se vuelcan a los cómics, jóvenes que siguen sagas con pasión, emprendedores que fundan editoriales independientes o juntas de vecinos que arman bibliotecas populares con libros donados, además de familias que siguen creyendo que un buen libro puede marcar una vida.
Tal vez, Chile no sea un país que no lee, sino uno que está aprendiendo a hacerlo a su modo.
Según un estudio reciente de Corpa, un 85% considera que leer es "muy importante" en su vida diaria. Un 38% declaró hacerlo a diario y sólo un 11% dice que nunca lee por gusto. Y aunque el libro impreso sigue como formato preferido, los dispositivos electrónicos han ganado terreno. La lectura es diversa, fragmentada, a veces silenciosa, pero siempre deja huellas significativas.
No obstante, sabemos que leer más no basta. Hay que leer mejor y eso se cultiva con tiempo, con textos que conmuevan, con acompañamiento y conversación, para vincular lo leído con la experiencia e intereses personales. Más que cantidad de páginas leídas, necesitamos recuperar la lectura como práctica de sentido y espacio de imaginación compartida.
Este 23 de abril no solo se celebra el Día del Libro, sino ese esfuerzo de tantos por hacer de la lectura algo cotidiano, profundo y necesario. Con ello, quizás, la ironía de Bello podría relativizarse, pues al menos, en cada rincón de Chile, hay quienes insisten en demostrar lo contrario.
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