En tiempos de hiperconectividad, los grupos de WhatsApp de apoderados son una herramienta cotidiana en la etapa escolar.
Bien utilizados, pueden ser espacios de fortalecimiento en la colaboración del proceso educativo. Pero usados sin un propósito claro ni normas de convivencia, pueden deteriorar gravemente el clima escolar y convertirse en canales de juicio, rumor y desinformación.
Como lo advierte el Ministerio de Educación en su Guía para el Fortalecimiento del Vínculo Escuela-Familias (2021), la convivencia es una construcción colectiva y la participación de las familias no puede quedar al margen del proyecto educativo.
Para crear un grupo de WhatsApp, es fundamental acordar colectivamente un acotado decálogo de convivencia digital. Esto para orientar su uso y evitar conflictos innecesarios. Algunas buenas prácticas incluyen compartir exclusivamente información relacionada con la vida escolar en un tono respetuoso. Contrariamente es inapropiado difundir rumores, compartir ventas o cadenas, ni hacer comentarios que incomoden o expongan a otros miembros de la comunidad.
Antes de enviar un mensaje, conviene preguntarse: ¿Aporta al bienestar del curso? ¿Es útil para las familias? ¿Podría incomodar a alguien?.
En tanto, ¿qué pueden hacer los colegios? Primero institucionalizar reglas claras para el uso de canales digitales, integrándolas al reglamento de convivencia escolar. Además de formar a docentes y delegados que promuevan una cultura digital respetuosa con espacios de formación para las familias sobre el uso responsable de la tecnología.
¿Y las familias? Usar estos grupos con sentido educativo y comunitario como evitar juicios o comentarios que afecten la convivencia y una participación colaborativa.
Sin duda, los grupos de WhatsApp pueden ser una herramienta poderosa al servicio de la educación. Lo relevante es no olvidar que la convivencia digital es parte de la formación integral, y que su construcción comienza con el ejemplo de los adultos.
|