Los datos recientes son preocupantes. Durante el 2023, la Superintendencia de Educación registró 857 denuncias por ciberacoso, un 11% más que en 2022. La mayoría de estas denuncias provienen de la educación básica y afectan en su mayoría a niñas. Además, un estudio de la Universidad de Concepción reveló que uno de cada cuatro menores ha sido víctima de ciberacoso en los últimos meses. Estas cifras no son solo números fríos, representan el sufrimiento real de niños y adolescentes que ven afectada su autoestima, su bienestar emocional y, en muchos casos, su rendimiento escolar.
Una iniciativa del Ministerio de Educación (Mineduc) invita a reflexionar sobre la urgencia de prevenir la violencia en línea. En un mundo cada vez más digital, donde las interacciones virtuales se han vuelto parte fundamental de nuestra vida, la pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos formando ciudadanos digitales responsables?
El rol de los establecimientos educativos: más que tecnología, formación en valores
Las instituciones educativas no pueden seguir ignorando esta realidad. Es fundamental que los colegios asuman un rol activo en la formación en ciudadanía digital, no solo enseñando a utilizar las tecnologías, sino educando en valores como el respeto, la empatía y la responsabilidad en el entorno virtual. Para ello, es imprescindible contar con protocolos claros sobre el comportamiento en redes sociales y plataformas digitales, así como promover espacios de reflexión sobre el impacto de nuestras acciones en línea. Prevenir el ciberacoso no es solo reaccionar ante los casos que ocurren, sino trabajar en una cultura de convivencia digital desde la infancia.
El compromiso docente: educar más allá del aula
Los profesores tenemos la enorme responsabilidad de guiar a nuestros estudiantes en este mundo digital. No basta con advertir sobre los riesgos, debemos modelar buenas prácticas: enseñar la importancia del lenguaje respetuoso, la verificación de información antes de compartirla y la cortesía en las interacciones en línea. La formación docente en estas áreas debe ser una prioridad, porque nuestros estudiantes necesitan adultos preparados para orientarlos en el uso responsable de la tecnología. ¿De qué sirve promover el pensamiento crítico si no lo aplicamos también al mundo digital?
Las familias: aliados imprescindibles en esta tarea
No podemos dejar toda la responsabilidad a las escuelas. Los padres juegan un papel fundamental en la formación digital de sus hijos. Es necesario que acompañen su vida en internet, dialoguen sobre los riesgos, establezcan normas claras y, sobre todo, generen confianza para que los niños y adolescentes se sientan seguros al hablar sobre lo que les sucede en línea. La supervisión no significa control absoluto, sino orientación y apoyo. Si no hablamos con ellos sobre ciudadanía digital, alguien más lo hará, y no siempre con las mejores intenciones.
Un llamado a la acción: construyamos juntos una cultura digital responsable
Necesitamos que cada actor del sistema educativo (docentes, directivos, familias y estudiantes) asuma su rol en la construcción de una cultura digital basada en el respeto y la responsabilidad. La educación en valores digitales no es un tema secundario; es una necesidad impostergable en una sociedad cada vez más mediada por la tecnología.
Si queremos un entorno digital seguro y equitativo, debemos empezar por educar desde el ejemplo, fomentando el pensamiento crítico y la empatía en cada interacción en línea. No basta con advertir sobre los riesgos, es necesario formar ciudadanos digitales conscientes de su impacto en los demás. La convivencia digital no se mejora con discursos aislados, sino con acciones concretas y sostenidas en el tiempo. El compromiso de hoy definirá el mundo en el que vivirán las próximas generaciones.
No nos limitemos a hablar del problema. Pasemos a la acción. La ciudadanía digital no se enseña con discursos, se construye con compromiso y coherencia.
|