Con el fin de año y la llegada del verano, aumentan las celebraciones, los traslados por el inicio de las vacaciones y, lamentablemente, los accidentes de tránsito en Chile. Diciembre y enero son meses críticos: crecen los siniestros viales y también las víctimas fatales, muchas veces debido al exceso de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol y otras imprudencias al volante.
En este contexto, me preocupa que la Ley de Control Automatizado de Tránsito (Ley CATI) siga pendiente. Esta normativa, que busca reducir accidentes mediante la instalación de cámaras y radares ubicados en puntos estratégicos, es un tema que requiere atención: los plazos para su implementación se acortan mientras el país sigue enfrentando cifras preocupantes en materia de mortalidad vial.
La evidencia es clara. Con tecnología avanzada, es posible generar registros sólidos e irrefutables, fundamentales para prevenir siniestros y potencialmente disminuir más de 800 muertes al año en un período de cinco años.
Hoy, Carabineros solo logra cursar tres infracciones por cada 10 mil, debido a la limitada cobertura. Con sistemas automatizados, sería posible fiscalizar el 100% de las faltas asociadas a velocidad, optimizando la capacidad policial y aumentando la seguridad vial.
La experiencia internacional respalda este enfoque. En Francia, el Centro Nacional de Tratamiento de Infracciones contribuyó a salvar 14 mil vidas entre 2003 y 2010. En España, la adopción de un modelo similar redujo en 47% las muertes entre 2005 y 2010. Y en nuestro país, con un sistema automatizado, las víctimas fatales podrían disminuir, pasando de 1.600 a menos de 800 por año.
Avanzar hacia ciudades conectadas e inteligentes es fundamental. La integración de datos provenientes de radares, semáforos y otros sistemas posibilitaría mejorar la movilidad urbana, optimizar la gestión municipal y asegurar sanciones efectivas para quienes incumplen la ley. Además, cerca del 90% de las multas podría pagarse en línea, evitando la saturación de los Juzgados de Policía Local.
Los resultados están a la vista: la tecnología puede salvar vidas. Con la Ley CATI aún pendiente, es urgente actuar para que las próximas fiestas y vacaciones sean momentos de celebración y, sobre todo, de seguridad para todos.
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