Miercoles, 10 de Diciembre de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

Elecciones presidenciales: la crisis de la crítica

Por Borja Castro, filósofo y académico de Trabajo Social UNAB.

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No es fácil, actualmente, contestar algo así como ¿Qué es pensar críticamente? O bien, intentar poner el pensamiento en acción y hurguetear en ¿Cómo se ejerce la crítica? Sin pretender dar una receta frente a estas interrogantes, me interesa rodearlas, pensarlas, escucharlas y, sensiblemente, situar algunas rutas para entender el contexto político eleccionario chileno. El cual, sin duda, ilustra hiperbólicamente algunas cuestiones sobre nuestro pensar local y un ethos epocal global.     

No es de extrañarse que en la era de la psicopolítica contingente (cruzada por la velocidad, la crisis constante, la escasa escucha y la hipersubjetividad de las redes sociales), la crítica tenga adeptos, distractores, múltiples actores desplegados y el triunfo de ella esté siempre del lado de los vociferantes. No obstante, también resulta cómodo permanecer en esa distancia que permite a ciertos intelectuales y actores de la opinión pública determinar una crítica a ese proceder; una suerte de pensamiento exterior que cree poner “objetividad” respecto a la batalla de la crítica contemporánea, en el decir de Fernández-Savater (Interferencias, 2020).

En línea con el filósofo español, la sospecha permanente y la constante denuncia de los miles de procederes impensables del presente, nos hacen creer que la crítica es una gran conciencia que debe estar muy atenta y dispuesta a la sospecha y la denuncia constante. ¿Es esto lo que ha imperado en los últimos meses de campaña política chilena? ¿Es a lo que venimos siendo expuestos en las elecciones recién pasadas, persistiendo en el horizonte de la segunda vuelta? Me parece que sí. Es la crítica circulante que se expresa en polémicas cruzadas denunciando mala gestión en todos los ámbitos del Estado, despilfarro económico estatal y privado, laxitud de las fronteras del país, entre otros. Discursos (en los debates, franjas y noticias diarias) que, además, están atravesados por una sospecha estructural, como puede ser el presupuesto 2026, o el propio financiamiento de la política.

Pero suena más interesante explorar otros territorios que la lógica del “Gran hermano” de la crítica. Se puede trazar otra corriente teórico-práctica de eso que llamamos pensamiento crítico. Es Marx quien logra condensar, en su 11ª tesis, el gesto transformador de lo social, para no continuar interpretando el mundo. En su complejidad crítica y revolucionaria, pero lamentablemente también cientificista, es capaz de disponer de una sensibilidad otra sobre la violencia del capital, el trabajo, los desposeídos y las injusticias sociales sin cosificar todo en una lógica del valor. Y, actualmente, siguiendo a otras pensadoras como Isabelle Stengers (que todas releen a Marx), la crítica debiese alejarse de un afán moderno y subjetivante como un cogito totalizado que domina toda posibilidad de pensar.

Habría que entender que no depende de nosotros pensar, sino que estamos forzados a hacerlo, ya que habitamos un planeta en plena devastación que va suturando un mundo y una geopolítica del desastre. Poder y resistencias, capturas y fugas se articulan para disponer-nos de la crítica como un pensar situado en tanto escucha atenta y singular.

Expresado lo anterior, el vacío y la poca capacidad creativa de las elecciones chilenas hoy, incrustado en un fenómeno global, da cuenta de un cosismo sin precedentes, de la despolitización de la política y de un mainstream concientizante para ejercer la crítica. No existe sensibilidad en las acciones ni en las ideas respecto a un Chile por imaginar. En una América Latina inundada de pensamientos ultrones e iliberales, podríamos terminar con una magnífica idea del argentino Sztulwark retratada en su último libro, “El temblor de las ideas” (2025): no hay nada más brutal que desconocer el pensamiento crítico. No tengo dudas que reconocer la crítica es algo que nos supera como subjetividad, que sin poder negar los procesos históricos del poder nos invita sensiblemente a pensar-por-funcionamientos en un intento por no dejarse atrapar por las totalizaciones. Espero que para el 2026 esta invitación crítica pueda irrumpir.  

 


 
 
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