Viernes, 9 de Mayo de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

Tomas y desalojos

Por Andrea Mira, Académica de la Escuela de Terapia Ocupacional, Universidad Andrés Bello

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Cuando vemos noticias relacionadas con tomas, desalojos u otras condiciones de vida que están marcadas por un contexto de alta vulnerabilidad y adversidad, no miramos en detalle el impacto que esto puede tener para el bienestar de los niños y niñas. Su calidad de vida se ve ensombrecida por el tener que enfrentar adversidades y traumas tempranos, y pueden producir profundas consecuencias en el desarrollo cerebral y la salud mental de los más pequeños.

El cerebro de un niño en desarrollo es extremadamente susceptible al estrés tóxico, el cual es una forma de estrés perjudicial que puede tener consecuencias a largo plazo en la salud física y mental, especialmente cuando no cuentan con un entorno de apoyo que les ayude a afrontarlo.

Experiencias como el abuso, la negligencia, el vivir en contextos con altos niveles de violencia, el ser desplazados de sus hogares y la pobreza extrema pueden alterar la arquitectura cerebral, afectando áreas cruciales para la regulación emocional, el aprendizaje y la memoria. El trauma temprano no solo deja cicatrices emocionales y físicas, sino que también modifica la forma en que el cerebro se conecta y funciona.

Las secuelas de la adversidad temprana pueden manifestarse de diversas formas a lo largo de la vida. Los niños que han sufrido traumas tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de aprendizaje, dificultades para interactuar con otros, trastornos de ansiedad y depresión. Además, el estrés crónico puede debilitar el sistema inmunológico y aumentar la vulnerabilidad a enfermedades físicas. Estos niños no solo luchan con las secuelas emocionales, sino que también enfrentan desafíos en su salud física y en su capacidad para alcanzar su máximo potencial de desarrollo.

Cuando vemos que familias deben ser desplazadas y reubicadas, tenemos que comprender que esto tendrá un gran impacto en sus hijos e hijas debido a los altos niveles de estrés e incertidumbre que esto produce. Proteger a la infancia es una responsabilidad compartida, es así como diversos sectores deben unirse para crear entornos seguros y de apoyo para todos los niños y niñas.


 
 
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