Francisca López, en la revista Ladera Sur, trata de desmitificar los misterios que rodean a los murciélagos, generalmente asociados a la oscuridad de la noche, vinculados a vampiros, demonios y transmisores del Coronavirus. Descritos hay 1.400 especies a nivel mundial y 14 a nivel nacional. El artículo nos muestra las razones científicas por las cuales sus poblaciones que llegan a miles de millones, prácticamente no realizan ningún daño al hombre, sin embargo, nuestras autoridades postergaron el ingreso en un colegio de la comuna de Los Andes, debido a la detección de 3 ejemplares y trataremos de descubrir las razones.
Recuerdo que, de niño en las oscuras noches rurales, revoloteaban a gran velocidad alrededor nuestro, sin causar mayor inquietud. Se apagaba la vela en ese campo antiguo y añorado, pero siempre había al menos un lucero que alumbraba por la rejilla de la ventana, que nos permitía conciliar con mucha tranquilidad el sueño. Pero ese trámite podía ser interrumpido por el aullido de los perros, esa jauría que solía acompañar las casas, la verdad siempre causaba algo de inquietud, la que era comentada por los mayores al desayuno y no faltaba la historia misteriosa ad hoc, que le daba sazón al ambiente.
El poder de los tres murciélagos nos llena de inquietud, saca a los apoderados y alumnos de una programación largamente estudiada, las autoridades de salud y de educación, rápidamente toman decisiones, amén del sí, del alcalde. Ya hace muchos años, que las tías insistían que había que tenerles miedo a los vivos y no a las almas errantes que van y vienen, sin embargo, los animales silvestres y de granja, insistían en mostrar rastros de temor por fuerzas desconocidas. La noche era una película y cualquier sonido era fuerte y claro, mas se debía a la mejor acústica por las bajas temperaturas y los altos niveles de humedad del ambiente que favorece su transmisión por el aire.
Piuchén es el único hematófago que aloja en Chile, el que mira la noche y se alimenta de sangre, el culpable de cierre de colegios, inquietud de las vacas, lo oculto, lo maligno y el mal augurio. Existe otro de hocico largo, es un nectarívoro que habita el extremo norte y el resto son sólo insectívoros, encargados de una vital labor para la agronomía del país. El tema es ver si el estudio de las poblaciones, el seguimiento de científicos y naturalistas lo ubican en las urbes de nuestra zona central. Sin duda que en el campo existe, de hecho, es común que el gallo y su canto de las dos de la mañana, lo detecte certeramente con su ojo abierto vigilante.
Álvaro Núñez, biólogo del programa de conservación del murciélago describe con pasmosa pasión el puñado de especies de murciélagos que habita en nuestro país, no comulga en absoluto con el estigma de ser el Drácula de la noche. Se pone la camiseta del programa de conservación del murciélago y explica las condiciones de vulnerabilidad de estas especies. Ellas difieren bastante unas de otras, de manera que, en los equipos de trabajo de los diferentes servicios públicos y municipalidades, deberían capacitar, para descartar esos “posibles” riesgos en la población, además de cumplir con la ley de proteger estos extraordinarios animales.
Nuevamente me voy al campo antiguo, recuerdo que poníamos unos pañuelos blancos en el suelo, para que se pararan ahí, al inicio del crepúsculo y poder observarlos, sin miedo alguno y respetando la diversidad de la fauna. Sin haber tantos biólogos, los niños se interesaban por conocer el medio, dominando absolutamente los nombres de la flora y avifauna. Eso contrasta con los hechos actuales, nuestra ciudad de Los Andes dejo de ser rural, nos llenamos de colegios, pero lamentablemente se perdió ese espíritu naturalista del ADN campesino, transformándonos en unos ignorantes de la naturaleza.
La ruta del piuchén la estudiaron por la costa desde el hemisferio norte hasta Valparaíso, con migraciones estacionales, alimentándose de aves y fauna marina, pero las fábulas lo ubican en el campo central, asociado al chupacabras, otros dicen que es un murciélago grandote con patas de lagarto y escamas de pez. La mitología se agarra del piuchén y en los cuentos nocturnos, los viejos campesinos lo tratan de demonio insaciable. El estado de Chile, protege los murciélagos, los muestreos indican solo un 0,5 % de ellos infectados en el campo con la rabia, un 10 % en zonas urbanas, y desde hace muchos años sin presencia de casos en humanos, entonces, la pregunta es ¿son problema los murciélagos en Chile, cómo reservorio de rabia?
Para los naturalistas en absoluto, y las cifras de los casos están como asidero, sin embargo, hay un riesgo, pues el astuto piuchén con sus hábitos de colonia, logra infectar, aunque sea de manera leve, los inocentes insectívoros, a través de detritus, sangre o saliva. Mas como la naturaleza es sabia, los animales enfermos son fácilmente visibles y detectables, pues caminan en el suelo en cuatro patas y durante el día, como pidiendo ayuda en sus horas finales. De 1.400 especies a nivel mundial, sólo 3 son hematófagos, los riesgos son bajísimos, pero su mala fama, con toda seguridad seguirá cerrando las puertas de los colegios andinos.
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