ACONCAGUA (31/07/2023).- La dismorfia corporal no distingue género ni edad, si bien la investigación muestra una fuerte tendencia a ser un problema mucho más predominante en personas que se identifican como mujeres que como hombres. Famosos como Megan Fox, Miley Cyrus, Robert Pattinson y Jane Fonda han declarado que padecen este trastorno psicológico, el cual puede llevar a problemas de autoestima, aislamiento social e incluso pensamientos suicidas. Especialistas en salud mental han alertado sobre el aumento de este trastorno y recomiendan que se debe promover una imagen corporal positiva, en especial en niños, niñas y adolescentes, quienes recién están comenzando a formar su propia autoestima.
La psicóloga Constanza Uribe de Clínica explica a Los Andes Online que “la dismorfia corporal es una condición en la cual una persona tiene una imagen distorsionada del cuerpo, lo que significa que percibe su aspecto físico de manera diferente a como otros lo perciben. Y normalmente, es de forma critica, castigadora e incluso destructiva. Esto puede llevar a una angustia significativa y a una serie de comportamientos de evitación o ‘compensatorios’ en búsqueda de validación”.
De acuerdo con la especialista, históricamente los jóvenes son quienes se ven mayormente afectados por este trastorno, ya que se encuentran en una etapa de la vida donde están más abiertos a buscar referencias sobre quienes son, que cosas lo identifican, etc. Y “las redes sociales, como Instagram o Tik Tok son espacios de referencias sociales que puede ser buenas, como un detonante que suele afecte negativamente la identidad que están construyendo sobre de sí mismos”.
“Ejemplo, yo puedo meterme a Pinterest y ver mucha ropa bonita en muchas chicas que son delgadas, o buscar rutinas de ejercicio y solamente ver gente muy musculosa, o estás viendo videos y observar solamente pieles lisas, sin granos, manchas o imperfección alguna. Todas estas imágenes pueden ser inspiradoras si quiero trabajar en mí, pero también, solo nos muestran una cara de la realidad, haciéndonos normalizar la falsa e imposible perfección de nuestra apariencia. Vemos tantos cuerpos perfectos que le damos fuerza a esas voces, mientras que escuchamos menos las voces e imágenes de la natural diversidad de formas, tamaños y colores, y que no se ven como parte de lo normal si no de lo raro”, menciona la psicóloga.
Por lo que, los y las adolescentes sienten que no cumplen con el estándar, el mínimo de apariencia lo que puede llevar a obsesionar cada vez más en cómo se ven, explica la psicóloga, quien añade que, debido a lo anterior, muchos empiezan a creer que tienen múltiples defectos que los hacen buscar soluciones mágicas o rápidas, pero sobre todo riesgosas para la salud. “Se puede empezar a tener tendencias extremas y peligrosas para la salud, sobre todo en personas que aún se están desarrollando pero que desean corregir o compensar sus defectos, tales como hacer ejercicio de forma excesiva, desarrollar malos hábitos alimenticios y sucesivamente trastornos de conducta alimentaria (TCA) que van en altas tasas acompañados de depresión, mucha ansiedad, etc. Usar productos que prometan hacerme bajar de peso o cambiar el color de mi piel, terminar desarrollando problemas severos nutritivos, a la larga pueden generar daños a la piel”.
Para evitar esta presión de la perfección en niños, niñas y adolescentes, la psicóloga Constanza Uribe, recomienda que “lo más importante es crear un ambiente de desarrollo sano, promoviendo una relación saludable con mi cuerpo. Está bien si hablamos de tener aspectos que no nos gusten de nosotros, por ejemplo no me gusta como se ve mi pelo, pero eso debería expresarse de forma respetuosa, compasiva, y nunca dando comentarios con respecto al físico de otras personas si no se nos ha pedido”.
Es decir, los: “qué bonita, estás más delgada; la niña subió unos kilos; estás muy delgado, necesitas más músculos; tienes mucho acné, has pensado en hacerte algo; entre otros muchos, se deben evitar a toda costa”. Como regla simple yo les sugiero pensar que ‘’Si no me preguntaron, no es adecuado opinar del cuerpo de nadie incluso de mis hijos, advierte la psicóloga, ya que “crecer en ambientes donde es normal criticar o se fijan de forma repetitiva en el físico puede llevar a que desde pequeños las personas tengan una preocupación ansiosa y más destructiva sobre cómo se ven”.
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