Sin duda que el resultado de la elección de Consejeros Constitucionales realizada el domingo 7 recién pasado produjo un “rebaraje” del espectro político, un “reacomodo” de las fuerzas y tendencia políticas del país. Es bastante claro que parte importante de la votación de Republicanos no proviene de sus militantes y adherentes, sino también desde otros sectores, mayoritariamente de centro, que ven con temor la inoperancia y mala gestión del gobierno.
Aunque los partidarios oficialistas pretendan desviar la atención, el abrumador triunfo del Partido Republicano es, a todas luces, el resultado de la oposición a la desastrosa gestión (o mejor dicho “no-gestión”) del gobierno, y hemos visto en estos días un desfile de “expertos” pro-gobierno dictando recetas de cómo debe y no debe actuar Republicanos, básicamente diciendo que no lo hagan como lo hizo la izquierda en el desastroso proceso constituyente anterior. La sabiduría popular tiene un dicho para eso… “todo ladrón es desconfiado”.
De alguna manera, la izquierda más ultra se están poniendo “el parche antes de la herida” para promover el rechazo y con ello presionar a la derecha (mayoría en el Consejo Constitucional) para que acoja al menos parte de sus planteamientos, lo cual si se lleva a delante con altura de miras, no es malo, es lo que debe hacerse, consensuar mayorías, para que al final del proceso podamos tener una nueva Constitución, aceptada por una inmensa mayoría, y podamos cerrar este tema de una vez por todas, para abocarnos a trabajar por el futuro de Chile.
Debo aclarar que no pertenezco al partido Republicano, pero como ciudadano que desea mejoras para Chile, confío en que tanto Republicanos, como los demás componentes del Consejo Constitucional harán un trabajo serio, lejano de egoísmos partidarios y, sobre todo, pensando en un Chile moderno, próspero y en paz, para los próximos 50 años.
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