El día 16 de julio se cumplió un año más del natalicio de la que fuera la primera mujer Secretaria Política del Partido Comunista de Chile, Gladys Marín.
Si bien su experiencia, legado político, histórico y profesional son fáciles de buscar pero a momentos difíciles de medir debido a lo hondo que calaron en millones de chilenos y chilenas, debo reconocer que uno de mis primeros recuerdos que tengo de Gladys Marín fue alejado de hechos políticos.
La televisión de los años 90 y de principios de la década del dos mil utilizaba estrategias burdas para atraer a un público objetivo que sólo quería entretención superficial y poca profundización de contenidos (puede que en varios casos no fuera así pero a mis cortos 10 años así lo parecía). Recuerdo que la primera imagen que tengo de Gladys fue cuando se negó a darle un beso a Joaquín Lavín en la teletón del año 2001. Lo encontré tonto ¿Cómo alguien se niega a “aportar” dinero a la teletón por no dar un beso?
En ese momento no logré ver el trasfondo del asunto, tanto desde la utilización de los medios, la costumbre de muchas y muchos políticos que hacían de las cámaras, el flash y los micrófonos el espacio donde podían expiar sus culpas y delitos, pero por sobre todo el contexto de la poca presencia del estado y las políticas públicas en los problema de salud de los y las chilenas, y lo que significaba la exposición pública y forzada de un acto físico al cual nadie debería estar obligada, como es besarse.
Con los años me di cuenta que esa mujer no era sólo la mujer que no quiso besar- y que bueno que no lo hizo- sino que también fue la mujer que marcho codo a codo con las colectivas disidentes alzando orgullosa la diversidad de su pueblo. Fue aquella mujer que tensionó la maternidad con los dolores que eso le implicó, que nunca dejó de buscar y luchar por los y las desaparecidos, que fue profesora, diputada, dirigente, que lucho en la calle, que mojó el guanaco en las protestas, que golpearon las fuerzas armadas y que aun así, seguía avanzando.
Muchos son los relatos, experiencias y saberes que enaltecen a esta mujer, que dentro de un espacio político vinculado principalmente a hombres, intentó hacer y pavimentar el camino a todas las que siguieron, y que seguirán. Como no recordar sus palabras en la franja de su campaña presidencial en el año 1999 vinculadas a los derechos de las mujeres donde nos invitaba a ser mujeres plenas (en la década de los noventa y no en el año 2022), a enamorarnos todos los días, a ser ágiles y livianas como las mariposas y fieras ante las injusticias.
Recuerdo cuando era pequeña que cada vez que una mujer se preocupada de su comunidad, hablada de política o ponía los puntos sobre las íes cuando las cosas eran injustas se la tildaba de manera despectiva como “La Comunista” en alusión a ella, no sabiendo que más que un insulto es un orgullo para muchas de nosotras.
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