Tenía nueve años cuando pensaba en que cuando sea grande iba a trabajar, comprarme un auto y tener mi casa propia, con árboles, de dos pisos y grandes ventanas.
Esa casa, ese sueño, con el paso del tiempo se fue dificultando, difuminando y problematizando. ¿Qué es un hogar? ¿Quiénes lo componen? ¿Qué es lo propio? ¿Cómo es realmente una casa? ¿Cuánto debe medir una casa para ser feliz? ¿El sueño de la casa propia es el miedo a perder lo único en que nos podemos sentir acogidos?
Cada vez que escucho la frase “la casa propia” no puedo dejar de pensar en cómo a momentos prevalece más la idea de la propiedad privada a la del buen vivir. Cómo creemos que la idea de tener algo “propio” bajo condiciones de hacinamiento es más alto que la de vivir dignamente, pero también comprendo que eso es lo que se nos muestra, lo que vende, y lo que también se mantiene.
La idea de la vivienda digna debería estar más vinculada con la idea de la disminución de hacinamiento, que con la idea de la propiedad. La vivienda digna debería ser garantizada más allá de la modalidad en la cual se adquiera (compra, arriendo, allegamiento, cedida), y aún más, la vivienda digna no debería estar asociada bajo ninguna mediada a la situación socioeconómica de la población, aunque sabemos que la realidad es otra.
Según estadísticas de nuestro país, casi el 20% de la población en nuestro país durante el año 2020 vive bajo allegamiento interno (Ministerio de Desarrollo Social y Familia), y bajo este número la pregunta que debemos hacernos es ¿Qué es lo que necesitamos? ¿Más casas? (que no sabemos si pueden pagar las personas o la manera de adquirirlas) ¿Nuevas formas y mecanismos de habitabilidad colectiva o de co-residencia? Probablemente, o ¿Qué es vivir dignamente y desde ahí buscar y generar nuevas formas de habitabilidad? Creo que ese es el camino.
La vivienda digna no debe confundirse con la casa propia, pero debemos fortalecer los mecanismos que nos ayuden a encontrar esa dignidad o justicia habitacional, sin miedo a perder aquel lugar. La vivienda digna debe tener espacio para el descanso, el esparcimiento, la seguridad, la intimidad y la cohesión de las personas.
La vivienda digna deben ser más de 46 metros cuadrados legalmente propios a menos de 950 UF. La vivienda digna debe tener la capacidad de enaltecer el respeto y la calidad de vida de las personas que la habitan y no empeorar su condición personal, social, relacional y económica. La vivienda digna debe buscar como fin la construcción de un hogar (independiente de quienes lo compongan) y no la generación de una transacción.
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