La violencia contra la mujer es un fenómeno persistente que afecta a millones en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud señala que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida.
Esta violencia no es solo física, puede ser psicológica, económica, simbólica y comunicativa. Y se vuelve particularmente riesgosa cuando existen dificultades cognitivas, emocionales o de comunicación.
Diversas investigaciones de ONU Mujeres muestran que las mujeres con discapacidad intelectual, deterioro cognitivo, afasia o hipoacusia tienen entre dos y cuatro veces más riesgo de sufrir violencia.
Entre las causas se encuentran las dificultades para comprender situaciones de riesgo, obstáculos para comunicar límites o pedir ayuda, problemas para narrar una agresión y la dependencia de terceros para actividades básicas.
Estudios recientes también han asociado la violencia de pareja con secuelas neurológicas, como traumatismos, alteraciones del sueño, problemas de memoria y trastornos emocionales.
La fonoaudiología, especialmente en el ámbito de adultos y gerontología, contribuye a fortalecer capacidades cognitivas y comunicativas esenciales para la autonomía, como mejorar la comprensión del lenguaje para asimilar información clave sobre redes de apoyo y fortalecer la expresión verbal para permitir comunicar lo vivido. Además de estimular funciones cognitivas como memoria, atención y organización del discurso y crear entornos de comunicación segura para mujeres con secuelas neurológicas o dificultades sensoriales.
Cuando una mujer puede entender lo que le ocurre y expresar lo que necesita, aumenta su capacidad de protección y disminuye su riesgo de violencia. La comunicación es una herramienta de autonomía. Escuchar, acompañar y adaptar el entorno comunicativo es también una forma de prevención y cuidado.
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