Martes, 29 de Julio de 2025  
 
 

 
 
 
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De los tribunales a la calle: cómo el lenguaje jurídico se vuelve parte de nuestra habla cotidiana

 

La frase viral "no tengo pruebas, pero tampoco dudas" es sólo un ejemplo de cómo términos y dichos del ámbito legal se arraigan en nuestro vocabulario, de este fenómeno se refiere el académico de la Facultad de Humanidades, Dr. Juan Pablo Reyes Núñez.

 

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ACONCAGUA (25/07/2025).- A propósito de la oración que se hizo viral “No tengo pruebas, pero tampoco dudas”, el académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha, Dr. Juan Pablo Reyes Núñez, da cuenta de una serie de palabras y dichos que utilizamos en el diario vivir y que surgen desde el campo de la jurisprudencia. 

Usualmente escuchamos o usamos expresiones como “hacer justicia con sus propias manos”, “el ladrón tras el juez”, “la justicia es ciega”, “nadie está por encima de la ley”, que salen de las salas de audiencia y se van intercambiando en el habla de las personas de otras actividades y labores. Así se hacen prácticas, serviciales para reflejar cierto grado de conocimiento de carácter más bien intuitivo que lógico. 

Casos como “La ley pareja no es dura”, “la justicia es ciega”, “hay dos justicias”, “fulano, zutano, mengano”, “pagan justos por pecadores”, “ni dios ni ley”,delitos de cuello y corbata”, al salir de su ámbito que les es propio, el significado -explica del Dr. en Lingüística Juan Pablo Reyes- recibe un plus que cambia a un sentido metafórico y adquiere una significación irónica, paradójica, sentenciosa, burlesca, sarcástica, falaz. Es decir, pasan de ser términos de una jerga especializada y específica, a una palabra de uso generalizado y aplicado a distintas situaciones cotidianas.

En Chile, ejemplifica el académico UPLA, que por efecto de la reforma procesal penal se hicieron comunes palabras como fiscal, fiscalía nacional, defensor, arresto domiciliario total, nocturno, presidio perpetuo, imputado, formalizado, querella, denuncia. A las que se agregaron: justicia con perspectiva de género, castigo a los culpables, quedó libre por falta de pruebas, apeló a la medida, juez de garantía, derechos fundamentales, entre otras, las que se usan en un sentido más técnico por personas con cierto nivel de educación formal, profesionales, en general. Casi sin uso quedaron expresiones como antes cadena perpetua, pena de muerte, banquillo de los acusados.

“Hay también roles y funciones en el ámbito jurídico como actuario, notario, abogado y juez, que son nombres conocidos por toda la comunidad y debemos cada cierto tiempo interactuar lingüística, comercial y administrativamente con ellos. También se conocen: leguleyo, picapleitos, tinterillos, con un sentido despectivo. Otros fenómenos de este tipo son: la ley del talión, la ley del mono, de la silla, la ley seca, ley mordaza, ley maldita, en estos casos se trata de apodos sociopolíticos”, plantea el Dr. Juan Pablo Reyes. 

En esa línea, agrega, se sumó el uso de las siglas VIF (violencia intrafamiliar) y RUF (reglamentación del uso de la fuerza), junto a dos nombres que se popularizaron por influencia de la televisión y la prensa de espectáculos: la jueza y caso cerrado.  

“Este sociolecto técnico, es bastante conservador, lo que se demuestra, en el uso abundante de latinismos, dentro de los más conocidos y usados están: Condicio sine qua non, habeas corpus, ultima ratio, in fraganti, modus operandi, motivado por su relación con el derecho romano y las leyes canónicas. Otra característica de esta habla técnica es el uso de futuro de subjuntivo, algo que desapareció prácticamente del habla cotidiana, la secuencia lógica y temporal de tres verbos, esto es acciones en un antes un durante y un después, ejemplo decrétese, fírmese y publíquese. Es exhaustivo, preciso y usa abundante de gerundios debiendo, considerando. Y, por último, una precisión, se debería decir “la necesidad carece de ley” ( necesitas caret lege) y no “la necesidad tiene cara de hereje”, concluyó. 

 


 
 
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