El proceso de admisión universitaria en Chile es, para muchos estudiantes, el punto final de años de esfuerzo y preparación. Sin embargo, no siempre el resultado es el esperado. Es por esto que lejos de ser un punto final, este momento debe entenderse como una oportunidad para repensar caminos, explorar alternativas y reafirmar elecciones vocacionales.
Es común que la elección de una carrera sea percibida como una decisión definitiva, pero la realidad muestra que la vocación es un proceso continuo, en constante evolución. Encontrar el camino adecuado no sólo implica un interés inicial, sino también una reflexión profunda sobre las propias habilidades, motivaciones y posibilidades. El proceso vocacional se construye a lo largo del tiempo, partiendo del autoconocimiento, pasando por el aprendizaje y la exploración de opciones, hasta llegar a la determinación de una carrera que combine intereses y competencias. Este recorrido no termina con la admisión, sino que se enriquece a lo largo de la vida con nuevas experiencias, cambios de perspectiva y oportunidades de desarrollo.
No quedar seleccionado en una carrera o universidad específica no significa que el sueño de una profesión se haya desvanecido. Al contrario, puede ser el impulso para descubrir nuevas áreas de interés y explorar caminos alternativos. En un mundo en constante cambio, donde las profesiones evolucionan y las habilidades transversales son cada vez más valoradas, la capacidad de adaptarnos y ser flexibles, así como la apertura a nuevas posibilidades pueden ser incluso más determinantes que un puntaje de admisión.
El desafío, entonces, no es solo ingresar a la universidad, sino construir un camino de aprendizaje que haga sentido con las aspiraciones personales y las necesidades de la sociedad. La PAES, la carrera o la universidad elegida son solo el inicio de un viaje más amplio: el de la formación y el crecimiento personal a lo largo de la vida.
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