El cáncer de próstata es uno de los más frecuentes en la población masculina mundial. Si se detecta precozmente, la posibilidad de recuperación se acerca al 90%. Sin embargo, no siempre se diagnostica con la rapidez necesaria para mejorar su pronóstico.
Se tiende a creer que los hombres son más reacios a acudir al médico y más aún cuando se trata de controles preventivos y no de síntomas evidentes. Esto es particularmente preocupante en el caso del cáncer de próstata, que puede avanzar silenciosamente por años en el organismo antes de presentar síntomas.
En la postergación de ir al médico, pueden influir factores psicológicos, sociales y culturales. Para muchos hombres, el autocuidado y la consulta de salud están relacionados con conceptos de debilidad y falta de fuerza. También, el temor se acentúa cuando se relaciona con la salud sexual, aspecto importante de una vida plena.
Lamentablemente, aún está muy presente en nuestra cultura el concepto de masculinidad aferrada a estereotipos de resistencia al dolor y autosuficiencia. Sobre todo en generaciones mayores, que son justamente quienes deben consultar en forma preventiva. La detección precoz se realiza de forma muy sencilla, a través del test de antígeno prostático, un examen de sangre que pide cualquier médico de forma regular.
En el denominado “Noviembre azul” o mes de toma de conciencia del cáncer de próstata, no olvidemos que el control periódico y la detección temprana nos permitirán mantener nuestro bienestar por el mayor tiempo posible. Que no nos ganen el temor y los viejos estereotipos.
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