Altos y con lucarna, su diseño arquitectónico; ventilación natural forzada su diseño ingenieril; amables y acogedores su diseño campestre; aves y animales bajo cobijo o graneles, sacos y fardos en almacenamiento su principal función. Como sea y para lo que sea, la construcción rural perfecta.
Cuando los equipos mecánicos no existían, la ventilación natural y extracción de olores brotaba espontanea en semicírculos contrapuestos, así trabajaron los antepasados, así conservaron forrajes y alimentos, y se constituyó como la construcción central del trabajo ganadero, forestal y agrícola.
En avenida Argentina, alameda lateral del damero central, en Los Andes, vemos un importante granero de antigua avícola, con la característica altura y lucarna. Queda como testigo de los tiempos pasados y aun sobrevive, adaptándose a otras funciones, de estacionamiento y bodega.
Ferretería Casarino, no es la excepción y aún conserva la funcional estructura como columna central de almacenamiento y atención de usuarios. Ese verde petróleo, no podría destacar más la forma que estamos describiendo.
Restaurant Arunco, nos muestra en todo su esplendor las vigas de Oregón, suspendidas en sobre altura, invitándonos no solo a sus recepciones, sino a soltar la imaginación de cómo los trabajadores antepasados, escalaron los precarios andamios para apernar esas cerchas triangulares, como verdaderas obras de arte.
Desde calle Independencia al llegar a avda. Argentina, es posible apreciar claramente tres niveles de graneros, en las construcciones del siglo XIX, de Fepasa, lo que constituía la estación principal del Ferrocarril Transandino.
Calle Esmeralda y los invito al Circulo Italiano, no sólo para reconocer el trabajo directivo de la colonia, para restaurar el casco interior, sino para retroceder 100 años y escuchar lo bulliciosos hombres y mujeres de sangre europea, además, permanecer en silencio y sentir las rondas infantiles de las niñas que tuvieron la suerte de disfrutar de las clases de nuestra Nobel, la poetisa Gabriela Mistral, cuando esos ventanales que hacen de lucarna expulsaban los cantos del ex colegio de niñas de Los Andes.
No tan altos como galpones originales, pero el mismo principio, el de amor al campo, a las crías, he conocido en el duro invierno andino, como don Juan Guerrero en Condoroma guarecía sus vacas, cómo don Juan Diablo a la vera del río encerraba sus corderos y el potro gateado... o la abuela del Sila rodeaba los burros, cerdos, gallinas y patos, para el abrigo del pajal.
Invernaderos de flores, hortalizas y naves avícolas conservan estrictamente el sistema de granero que fue utilizado hace centurias. Las lucarnas del techo tienen una inclinación y una altura que permite la renovación y extracción del aire.
Gran bodega de almacenamiento del Fundo El Sauce. Nos sorprende con estructura de granero, utilizando lucarna, construida recientemente el 2018. De antigua data, vemos otro granero en calle Los Olmos al llegar a Cerro Cortado y en calle San Rafael, el packing de exportadora Rio Blanco.
Concebido como eje central de producción, guarida, almacenaje, tuvieron significancia en aspectos inesperados como: acoger tropas después de la batalla; trabajadores descansando con las tropillas de ganado; anidar esa gallina bajo el comedero del caballo; faenas de esquila en las abundantes majadas de Sergio Vargas, en El Huape, en los 70; caballerizas en el criadero de los Zenteno; almacenaje de la antepasada fibra natural en los cultivos andinos de cáñamo.
En los graneros del ayer, se producía el milagro, a pesar de las marcadas clases sociales, confluían funciones e intereses de todo el mundo rural. En las antiguas labores de esquila, la lana abrigaba a cabañeros e inquilinos; los padrillos que ocupaban las pesebreras, cubrían las yeguas de criadores y campesinos; el grano almacenado en altura alimentaba las aves de gallineros y parques; los fardos perfumaban el ambiente para moros y cristianos...además adaptados a escuelas rurales... los graneros de antaño, no tenían cerradura.
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