En los últimos años, la prevalencia del autismo ha aumentado significativamente en el mundo y en Chile. Pese a avances importantes, como la reciente Ley de Autismo, seguimos enfrentando una deuda profunda: la falta de profesionales de salud, salud mental y educación formados para acompañar a las personas autistas y sus familias a lo largo del ciclo vital.
En el marco del Día del Orgullo Autista, quienes trabajamos con esta población debemos comprometernos con una perspectiva de derechos y con el reconocimiento de la identidad autista. No basta con intervenir desde modelos clínicos tradicionales; necesitamos avanzar hacia un enfoque biopsicosocial, con apoyos centrados en la persona que permitan implementar prácticas basadas en evidencia, razonables y respetuosas de la neurodiversidad.
Debemos escuchar activamente a las personas autistas, incluirlas como protagonistas de sus propios procesos y trabajar junto a sus familias para promover una visión sana y positiva del autismo.
El estigma que aún persiste no solo habita en la sociedad, sino también entre quienes se supone que estamos preparados para trabajar con esta comunidad. Es momento de cuestionar nuestras propias creencias, educarnos y transformarnos, para que nuestras intervenciones no reproduzcan barreras, sino que promuevan orgullo, autonomía y dignidad.
|