Recientemente, una devastadora DANA golpeó la ciudad española de Valencia, desencadenando aluviones e inundaciones que cobraron cientos de vidas. Se trata de una tragedia que, en el contexto del Día Mundial del Urbanismo, invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan las ciudades a nivel global ante a los desastres socionaturales y el cambio climático.
La situación en Valencia demuestra que ni las naciones en vías de desarrollo ni las desarrolladas están exentas de estos fenómenos; en tiempos de crisis, todas las personas, independientemente de su contexto, se encuentran expuestas y vulnerables. Desde esta trágica situación, emergen tres lecciones fundamentales que deben guiar nuestras acciones para construir ciudades más seguras y sostenibles.
En primer lugar, es imperativo que la población esté plenamente consciente de los riesgos y amenazas que enfrentan sus comunidades. Esto implica generar una conciencia social que supere la desinformación y el negacionismo climático. En un mundo donde figuras como Donald Trump, principal negacionista del cambio climático, ejercen influencia, el desafío es aún mayor. Fomentar una cultura de prevención y resiliencia requiere que la información científica prevalezca sobre las narrativas falsas, promoviendo una ciudadanía informada y proactiva frente a las amenazas ambientales.
En segundo lugar, la tragedia de Valencia destaca la necesidad de fortalecer las instituciones encargadas de la prevención y gestión del riesgo de desastres. Chile ha avanzado significativamente en este ámbito, desarrollando procesos robustos que sirven de ejemplo para otras naciones. En contraste, Valencia eliminó hace algunos años la principal oficina dedicada a esta área, lo que pudo haber exacerbado el impacto del desastre. Es crucial que las ciudades inviertan en estructuras institucionales sólidas que permitan una respuesta eficaz ante emergencias, garantizando la seguridad de sus habitantes.
Gestión efectiva
Finalmente, la importancia de una gobernanza eficaz y la clara definición de responsabilidades en cada etapa de la gestión de desastres no puede ser subestimada. En España, surgió un debate sobre las acciones del gobierno central, las comunidades autónomas e incluso las responsabilidades del rey como jefe de Estado. De manera similar, en Chile enfrentamos desafíos en la coordinación entre el estado central, las regiones y los gobiernos locales.
Una gobernanza fragmentada puede obstaculizar la respuesta rápida y eficiente ante emergencias, además de la prevención. Es fundamental establecer marcos de cooperación claros y bien definidos que aseguren una gestión cohesiva y efectiva en todos los niveles de gobierno.
La catástrofe de Valencia es un llamado urgente a la acción para todas las ciudades del mundo. Enfrentar los desafíos del cambio climático y los desastres socionaturales requiere un enfoque integral que combine la conciencia social, el fortalecimiento institucional y una gobernanza clara y eficiente. Sólo así podremos construir ciudades resilientes capaces de proteger a sus habitantes y garantizar un futuro sostenible para todos.
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