Desde la Sajuriana al Costillar, algunos ritmos chilenos han ido desapareciendo de las festividades.
Más allá de algunos ritmos extranjeros que se han instalado en las celebraciones, la Cueca sigue siendo el baile representativo de las Fiestas Patrias. Sin embargo, nuestro país cuenta con una amplia diversidad de danzas típicas, que varían según el territorio de origen, pero que, lamentablemente han ido perdiendo protagonismo en las celebraciones de septiembre.
Humberto Castillo, académico de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, explica que muchas de estas danzas han ido desapareciendo producto de diversos factores. Uno de ellos, el auge de géneros como el reguetón o la cumbia que desde hace años se han instalado en fondas y ramadas. “Los jóvenes se sienten más identificados con estas nuevas formas de música y movimientos. En lugar de las danzas tradicionales, prefieren ritmos y estilos que expresan mejor sus gustos, intereses y estilo de vida”, asegura.
Se trata, dice, de un fenómeno global, en que el sincretismo ha jugado un rol en la evolución de las festividades. “Con las influencias musicales que nos llegan desde fuera, la migración y la interrelación de diversas culturas, algunas danzas han ido modificándose o fusionándose con estilos más contemporáneos, lo que puede diluir la esencia de las formas originales. Aunque esto puede enriquecer el folclore, en algunos casos, también puede provocar que las versiones más tradicionales de estas danzas se vean como algo del pasado y, por tanto, menos interesantes para las nuevas generaciones”.
Sin embargo, para el académico, un factor clave es la falta de educación formal sobre nuestros bailes tradicionales. “Existen esfuerzos aislados por parte de instituciones y profesores para enseñar danzas como la Cueca o la Sajuriana, pero no siempre logran integrarse de manera efectiva en los programas educativos. Hay un desconocimiento en muchos casos y por eso debemos aprovechar estas fiestas para explorar más sobre este tema”.
Agrega que también, contexto de los bailes tradicionales también ha cambiado. “Antes, las festividades eran más comunitarias y familiares, pero ahora se han vuelto más comerciales y menos centradas en la cultura local. Esto ha hecho que los bailes típicos tengan menos presencia”, reflexiona.
Castillo explica que se deben considerar, además, los factores geográficos que limitan también la presencia de ciertas danzas. En la zona norte de Chile, por ejemplo, estas reflejan una fuerte influencia andina y religiosa. Entre ellas, el Carnavalito es una de las más coloridas, mientras que El Torito, asociado a la festividad de San Pedro, es una representación simbólica local. La Cueca Nortina, en tanto, es una versión festiva de la cueca nacional, también tiene su lugar.
En el centro del país, la cueca es el baile más emblemático, simbolizando el cortejo. La Sajuriana, en cambio, es de movimientos suaves y elegantes, y la Refalosa, más libre y con mayor paso a la improvisación y en Rapa Nui el Sau Sau, con fuerte influencia polinésica. En el sur, el Costillar es un baile dinámico de Chillán, mientras que la Pericona de Chiloé resalta por su energía y colaboración entre los bailarines.
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