“El pueblo de Chile es, quiérase o no, sépase o no, hijo de los inmigrantes comuneros de los siglos XVI, XVII y XVIII”, afirma el premio nacional de historia, Gabriel Salazar, en su libro “La Gran Alameda de la Soberanía Popular (Testamento de un Historiador)”.
En estos días en que se celebra el patrimonio, encontramos algunos ejemplos de olvido en nuestra zona, respecto de las comunidades campesinas. La revisión de la documentación, a veces muestra vacíos inexplicables que dan paso a las fantasías de algunos que piensan que la historia nace con ellos o ellas.
La incomprensión generalizada en el aparato estatal y el fisco en particular, respecto de la naturaleza de comunidades campesinas como la Comunidad Agricola de Campos de Ahumada, que contempla espacios particulares y comunes, genera desarraigos y demasiadas decepciones.
Enfrentados a la burocracia, observamos a algunas autoridades y funcionarios (as) ignorar el campesinado y sus comunidades, refugiándose en formularios, livianamente señalan, “son temas de privados”, como si se tratara de un país aparte, desconociendo con el ello, el origen de los impuestos que los financian.
Las batallas, han sido en sede administrativa y de justicia, calles y foros, apuntando a la razón, con nuestras limitadas, pero estoicas herramientas. Sabemos que solo estamos de paso, pero por nuestros senderos caminaron, Incas, Cultura Aconcagua y Picunches, y ahora quizás ustedes y yo seamos testigos de la extinción de este bosque relicto de seres humanos y tradiciones.
Agradeceríamos que el estado contribuya a la concientización de ciudadanos (as) respecto de la presencia de una de las más antiguas comunidades campesinas de la zona y el resguardo que ésta provee al patrimonio natural, arqueológico y cultural de la región.
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