Cada día en el mundo, el turismo está dejando de ser una experiencia masiva donde numerosos grupos de personas siguen a un guía que les explica las bondades del lugar que visitan. Hoy el turista busca una experiencia personal, busca una emoción, va tras captar la esencia del lugar. Muchos de ellos traen un propósito específico cuando arriban a un lugar y quienes allí están deben procurar que cumplan su objetivo. El turista hoy, es una persona exigente y el anfitrión debe estar preparado para entregarle una vivencia diferente a su cotidianidad. Se debe buscar que el turista no transite con indiferencia, sino que viva intensamente el destino.
En el Valle de Aconcagua con sus dos provincias, Los Andes y San Felipe y sus 10 comunas es un entorno marcado por la naturaleza. Su territorio reúne un innumerable patrimonio, con una historia que la entronca desde su pueblo originario picunche, los incas y españoles posteriores, su religiosidad con Santa Teresa y diversas festividades católicas en todo su territorio. Se suma a lo anterior, su nieve, sus termas, su gastronomía, vinos y licores, artesanía, cerámica, museos, sus fiestas criollas, su flora y fauna. Una alternativa disponible para vivir y conocer durante todo el año.
Para ello el territorio está valorizando su capital cultural y su identidad como valor agregado. Trabaja para acentuar los valores territoriales, históricos y costumbristas. Busca descubrir la novedad que captará la atención del visitante y que reforzará su experiencia en el territorio y que la hará inolvidable.
El trabajo anterior es un esfuerzo público y privado y su desarrollo integral se dirige a destacar siempre los valores territoriales, de identidad y diversidad. Lo importante en este esfuerzo público-privado es fortalecer una visión, misión y
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objetivos comunes, buscando siempre resaltar lo mejor, lo más auténtico, con una oferta de calidad y con identidad.
El turismo, no debemos olvidarlo, es una actividad que genera empleo y mejora la calidad de vida de quienes ofrecen los servicios y productos en el territorio. En un mundo tan cambiante se debe estar muy alerta para descubrir la novedad que captará la atención del visitante. En este tiempo es difícil encontrar turistas pasivos; al revés, son cada vez más interesados en adentrarse con fuerza al espíritu y corazón del territorio que visitan.
Por ello hoy la gran tarea del empresario es la innovación. Este elemento diferenciador es un atributo importante al ofrecer un producto. Acá en Aconcagua debemos tener productos y servicios distintos de las zonas cercanas y del resto del país para competir con más posibilidades en el mercado nacional. La innovación y el diseño de ellos debe ser constante ya que son componentes de gran relevancia para mantener la atracción hacia los visitantes.
Aconcagua mágica y sorprendente es dueña de importantes sitios turísticos. La cordillera con su imponente majestuosidad y belleza de paisajes en un entorno marcado por la fuerza de la naturaleza, el sol, el viento y los diversos tonos de los cerros nos invita a ser anfitriones autoexigentes e inconformistas, trabajando sin descanso por ofrecer un Valle realmente único al visitante.
Ese es el desafío del presente.
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