ACONCAGUA (29/09/2025).- Los primeros brotes de uva de mesa marcan el inicio de una nueva temporada en el Valle del Aconcagua, momento clave para revisar y mantener los sistemas de riego. Aprovechando el período invernal de bajo consumo de agua, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA organizó un día de campo dirigido a jefes de campo, administradores y operadores de riego.
La jornada se realizó en el predio El Cordovino, en Santa María y se destacó la importancia de mantener equipos en óptimas condiciones para garantizar eficiencia hídrica y productividad.
La actividad se enmarcó en el Programa de Absorción Tecnológica para la Innovación (PATI) “Uso eficiente del agua en nuevas variedades y portainjertos de uva de mesa en la zona central de Chile a través de la demostración y el uso de tecnología de sensores”, financiado por la Corfo.
El programa es dirigido por el Dr. Carlos Zúñiga y cuenta con el trabajo de un equipo integrado por Alberto Espinoza, Camila Martínez y Diego García, quienes han impulsado esta iniciativa orientada a generar absorción tecnológica de sensores realizando demostraciones in situ de su utilización y determinar los efectos fisiológicos de las plantas por la utilización de tecnología de sensores para hacer un uso más eficiente del agua en cada uno de los beneficiarios del programa.
La actividad estuvo a cargo de Giovanni Lobos, investigador transferencista de INIA Intihuasi, ingeniero agrónomo y Magíster en gestión de recursos hídricos en zonas áridas y semiáridas, quien realizó un completo recorrido teórico-práctico por los distintos componentes de los sistemas de riego presurizado, destacando la importancia de la mantención preventiva para garantizar la eficiencia en el uso del agua, recurso cada vez más escaso en el actual contexto de cambio climático y sequía permanente en la zona central.
Durante la jornada, Lobos enfatizó que “nuestros esfuerzos deben enfocarse en entregar el agua de forma eficiente a las plantas”. Para ello, los equipos de riego deben operar en condiciones óptimas, lo que implica una revisión completa antes de cada temporada: desde la caseta de riego, bombas y filtros, hasta las líneas y goteros que finalmente entregan el recurso a los cultivos.
La capacitación abordó los principales factores que inciden en la pérdida de eficiencia: fugas no detectadas en bombas o tuberías, obstrucción de goteros por arcillas, sales, algas o bacterias, y deficiencias en la presión de trabajo. Cada uno de estos problemas repercute directamente en la uniformidad del riego, afectando el desarrollo de los cultivos y, en consecuencia, la rentabilidad del campo.
Los asistentes pudieron conocer en detalle una serie de conceptos técnicos y prácticas fundamentales:
Revisión de coeficiente de uniformidad: herramienta que permite medir si el sistema distribuye el agua de forma pareja en todo el cuartel, definiendo con mayor precisión los tiempos de riego.
Limpieza y mantención de filtros: filtros de arena, anillas o malla requieren lavado periódico y, en algunos casos, retrolavado para evitar acumulación de sedimentos.
Durante la jornada se revisaron los distintos tipos de filtros disponibles y su mantención. Los filtros de gravas o cuarzo permiten capturar partículas más grandes, mientras que los de malla o anilla retienen partículas más pequeñas, dependiendo siempre de la calidad del agua.
El especialista explicó que el agua de pozos profundos suele requerir menos filtración, mientras que en el caso de tranques, dada la mayor carga de sedimentos y materia orgánica, es fundamental contar con filtros de arena o cuarzo. Estos últimos deben recibir mantenciones anuales, preferentemente en invierno, cuando el riego se suspende.
Una recomendación práctica fue revisar el estado del cuarzo: “si las aristas del cuarzo han desaparecido y se vuelven redondeadas, es momento de reemplazarlas. Además, los filtros deben lavarse con cloro y ácido fosfórico para eliminar incrustaciones y microorganismos que se acumulan en las paredes y rejillas internas”.
Mantención de bombas y prevención de fallas. Otro de los ejes de la capacitación fue la revisión periódica de bombas. Muchas veces, tras permanecer inactivas durante meses, las bombas no arrancan debido a la acumulación de sedimentos, lo que provoca que el motor se “agripe”. Para evitarlo, se aconsejó ponerlas en marcha al menos una vez al mes, incluso cuando no se esté regando.
Entre los problemas más comunes destacan las fugas en los sellos y el desgaste de los rodamientos. Ambos pueden resolverse con mantenciones relativamente económicas si se cuenta con las herramientas adecuadas, como extractores de rodamientos. Una bomba bien cuidada puede durar hasta 20 años sin necesidad de recambio mayor.
También se alertó sobre el riesgo de retirar la protección del ventilador durante labores de desagripado. “Esta pieza es esencial para la refrigeración del motor, y su ausencia puede derivar en sobrecalentamiento y quemaduras irreversibles, que obligan a embobinar o reemplazar el equipo completo”, precisó el especialista.
Uso de químicos preventivos: se recomendaron aplicaciones periódicas de ácido nítrico, ácido fosfórico y cloro en dosis específicas, para prevenir incrustaciones de minerales y proliferación de algas y bacterias.
Lavado de cintas y laterales: procedimiento que debe realizarse regularmente para eliminar precipitados y asegurar un flujo constante.
Chequeo de presión de trabajo: el manómetro de mano fue destacado como la herramienta más valiosa para monitorear el desempeño del sistema y detectar anomalías.
El experto recalcó que no basta con controlar la presión en la caseta de riego: “también es necesario verificarla en las colas de los lineales para asegurar una distribución uniforme del agua”. Asimismo, se destacó que el diseño del sistema -incluyendo la instalación y el tamaño de los filtros- debe considerar siempre la descarga máxima del sector de riego más grande. “Diseñar en base a parámetros equivocados puede provocar caídas de presión, reduciendo la eficiencia de los emisores en el huerto”.
Reparación de fugas: se entregaron ejemplos prácticos de cómo abordar roturas en cintas de goteo, enfatizando que existen múltiples soluciones y que lo fundamental es aplicar la que garantice continuidad y eficiencia.
Asimismo, se revisaron aspectos básicos de las bombas centrífugas y motores eléctricos, recordando que su correcta instalación y mantenimiento inciden directamente en la presión, caudal y vida útil del sistema.
El investigador Lobos recordó que en períodos críticos como el deshielo, la calidad del agua suele deteriorarse, lo que exige aumentar la frecuencia de limpiezas y mantenciones para evitar bloqueos y daños en los equipos.
Acumulación de agua en invierno. El experto señaló la importancia de aprovechar las lluvias de invierno para acumular agua en el suelo, con la meta de alcanzar entre 150 y 200 milímetros antes de la partida del cultivo. “Cuando la precipitación mensual es inferior a 40 mm, se recomienda regar para complementar, no por la demanda inmediata, sino para asegurar que el suelo inicie la temporada con buena humedad”.
Problemas eléctricos y condensadores. En relación con la energía eléctrica, se explicó que muchos de los desperfectos en bombas provienen de golpes eléctricos que dañan el condensador. Afortunadamente, dijo Lobos, “esta es una reparación simple y económica: un condensador cuesta alrededor de diez mil pesos, en contraste con el alto costo de enviar la bomba completa a reparación”. Se recomendó a los agricultores sacar siempre una fotografía a la placa de la bomba al momento de su instalación, ya que con el tiempo suele borrarse. Esa información -caudal, eficiencia, corriente nominal- resulta vital para futuras reparaciones o reemplazos.
Un punto central de la jornada fue destacar que la prevención es más barata y efectiva que la reparación. “Un gotero obstruido o una fuga no detectada pueden generar pérdidas significativas de agua y disminuir la productividad del cultivo”, dijo el especialista. Por ello, se insistió en que el mantenimiento debe ser sistemático y programado, no solo una reacción ante fallas evidentes.
Finalmente, se insistió en que el diseño de un sistema de riego debe comenzar desde el huerto hacia atrás: primero definir goteros y caudales, luego dimensionar tuberías, válvulas, filtros y, por último, seleccionar la bomba adecuada.
Un error frecuente es extender sistemas de riego ya diseñados, añadiendo nuevas líneas sin recalcular caudales ni presión. Esto, dijo Lobos, “sobrecarga la bomba y disminuye la eficiencia del riego. La recomendación es preferible diseñar un nuevo sector de riego, más grande o más pequeño según las necesidades, antes que improvisar ampliaciones”.
La jornada dejó en evidencia que la mantención preventiva es clave para asegurar un riego eficiente y evitar fallas costosas. Revisar presiones, limpiar filtros, cuidar bombas y planificar diseños adecuados son pasos fundamentales para enfrentar un escenario de escasez hídrica creciente. “Con estas prácticas, los productores no solo cuidan su inversión en equipamiento, sino que también aseguran la disponibilidad de agua para sus cultivos”.
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