Los campos andinos poseen innumerables productos materiales y quizás inmateriales candidatos a la obtención del “sello de origen”. ¡Cómo no recordar los cáñamos realizados durante centenas de años en el valle de Aconcagua, o los viajes en tropillas de mulas que en elegantes carruajes desafiaban el paso cordillerano! Quizás los duraznos en conservas que se asoleaban en los huertos andinos, o las pasas morenas que siguen desecándose en las lomas cercanas. Sin duda podríamos seguir recordando lo que nos da nuestra tierra y ahí surge la inquietud de estudiar el tema, seguir un ejemplo y ver el potencial actual que tenemos.
INAPI, es el Instituto Nacional de Propiedad Industrial, encargado de recibir vía electrónica la solicitud del “sello de origen”, para luego ir pasando distintas etapas hasta cumplir con todos los requerimientos. Dicho sello persigue la preservación y estímulo de formas especiales de manufactura, de oficios tradicionales y de productos singulares de nuestro país. Algunos ejemplos son: sal de cáhuil, dulces de la Ligua, cordero chilote y longanizas de Chillán, su certificación protege la autenticidad y vínculo con un territorio específico.
Seguiremos la historia de las tunas de Tiltil, un producto cultivado desde los ancestros, identificado con la zona, con sus productores, incluso con los turistas que detienen sus vehículos con el fin de llevar la bandeja que tranquilamente degustarán en sus hogares. Su historia se remonta a mediados del siglo XIX, cuando las primeras plantaciones respondieron rápidamente a las condiciones de suelo, clima y los campesinos que las cultivaron, transformándose en un producto identitario, con familias dedicadas al oficio por múltiples generaciones. Es reconocida por su alta calidad, con un sistema agrícola de baja huella hídrica y carente de pesticidas.
No puedo dejar de pensar en las pasas morenas, esas mismas que a partir de los meses estivales, comenzamos a ver en los suelos de la hacienda Chacabuco, viniendo desde Santiago. Extensos lomajes de Auco también nos muestran ese calor característico del valle, hasta llegar al fondo de la provincia, cuando los cerros de San Esteban extienden las mallas para recibir las cargas de cientos de camiones que llegan noche a noche desde el norte y sur del país. Sabido es que Los Andes y San Felipe procesan un altísimo porcentaje de las exportaciones nacionales de pasas, originadas en la zona, pero especialmente venidas en busca del sol, desde otras regiones. Es ahí donde cabe la pregunta, para buscar el sello de origen a las uvas nativas, de manera de encontrar la diferenciación, que favorezca a los productores locales.
Gonzalo Herrera, presidente de la Asociación de Tuneros de Tiltil, describe con total propiedad y sentimiento el producto típico de la zona, el cual se adaptó de tal manera a ese difícil ecosistema que desarrolló características propias. Eso es lo primero que hay que descubrir en el tema de origen, ver como encontramos y describimos su cualidad única. Un dulzor dado por esa cantidad de agua justa que requiere la planta, la cáscara es más delgada que las tunas de otros lugares, de una forma particularmente ovalada y que contiene menos pepas que otras cercanas y lejanas. El sello de origen ya llegó a esas tierras de leyendas, de un sol abrazador, de quebradas rojas y que en mapudungun significa “muchos triles “, interpretando la gran cantidad de pequeños tordos que recorren sus espinales.
INAPI y el Ministerio de Economía tienen que ver con el sello de origen. La solicitud es a través de la descarga del formulario FPI 27, en la página web de INAPI, posteriormente se debe realizar un informe técnico muy detallado del proceso de elaboración, extracción o transformación del producto, asociando su vínculo geográfico y condiciones únicas. Sólo alrededor de cuarenta productos han obtenido el sello de origen en todo el país, creo que podríamos pensar en varios de este gran valle, todos asociados a los primeros visionarios que hicieron suya la tierra, ganado, cultivos y frutales. Hasta la genética de los piños de mulas de la Escuela de Alta Montaña, serían buen candidato, al demostrar tantos años su mansedumbre y rudeza, además alguna descendencia debe haber de los antiguos arrieros de Los Andes.
La misión del Ministerio de Economía es entregar todo tipo de herramientas para fortalecer los capítulos comerciales que se les abre a los socios de la marca, insistir en preservar la tradición, dándole al producto un valor diferenciador. La mañana del 4 de marzo del 2022, luego de un coordinado y arduo trabajo, las autoridades de Tiltil reciben el sello de origen de las tunas en el ágora del centro cultural de la comuna. Desde ese icónico momento el objetivo sería seguir desarrollando el producto local y acceder a nuevos mercados de distribución.
Las mulas suben y bajan de la montaña, las pasas morenas agarran ese dulzor que las tiene en las vitrinas del mundo, las chichas, chacolís y destacados vinos mantienen la tradición. Ni hablar de las nueces, almendras y duraznos deshidratados que atraviesan de este a oeste los terrenos del valle. Las cebollas y ajos de Llay Llay, las paltas que se encaraman por los cerros huyendo de las heladas, y tantos otros productos. Mas insisto en las pasas morenas nacidas y secadas en el valle, que sin duda podrían ser el producto estrella que ayude a despegar, especialmente a los pequeños y medianos productores… INAPI, a no olvidarlo.
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