Marzo marca el regreso a clases y con él, los padres y cuidadores se enfocan en preparar a sus hijos para un nuevo año escolar. Sin embargo, hay un aspecto crucial que suele pasarse por alto: la salud auditiva.
Muchos niños y adolescentes que presentan dificultades de aprendizaje podrían, en realidad, estar enfrentando problemas auditivos no diagnosticados. Los signos pueden confundirse con falta de atención, distracción o bajo rendimiento, cuando en realidad la causa subyacente es una audición deficiente que impide la correcta recepción y procesamiento de la información en el aula.
La audición es el principal canal a través del cual los niños reciben información. Si no pueden oír correctamente, su rendimiento escolar y desarrollo social pueden verse gravemente afectados.
Es fundamental que podamos reconocer las señales: dificultad para seguir instrucciones, necesidad constante de repetir información, esfuerzo extra para tomar apuntes o bajo rendimiento en tareas que requieren atención auditiva.
Para evitar confusiones, la recomendación es realizar controles auditivos periódicos, al igual que los oftalmológicos y odontológicos. Detectar tempranamente una pérdida auditiva puede marcar la diferencia en el aprendizaje y bienestar de los estudiantes. Además, es clave supervisar el uso de dispositivos auditivos, evitando que el volumen supere el 60% de su capacidad para prevenir daños a largo plazo.
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