La adolescencia es un tiempo de profundos cambios emocionales que afectan el vínculo con otros. El ámbito social adquiere una relevancia fundamental. Esto, en tanto les permite una diferenciación con la familia junto con la posibilidad de experimentar nuevas relaciones que modelan la identidad del adolescente.
Por esta razón, el colegio se constituye para el adolescente en un espacio privilegiado donde estos procesos pueden llevarse a cabo. Un cambio de establecimiento escolar puede ser una oportunidad para estimular su desarrollo emocional. Sin embargo, también puede convertirse en un riesgo cuando se acompaña de una intensa ansiedad y de sentimientos de tristeza profunda asociados a las pérdidas que conlleva.
En este sentido, el apoyo de los padres resulta clave a la hora de enfrentar el cambio, pues su presencia permite fomentar la seguridad, desarrollar espacios de confianza, además de potenciar las habilidades sociales de hijas e hijos.
Algunas sugerencias que se pueden considerar para reducir la tensión inherente al cambio es hablar anticipadamente sobre el cambio de colegio. Esto, de tal forma que el adolescente puede expresar sus temores, inquietudes, expectativas, junto con sentirse participe del proceso del cual es el protagonista.
También favorecer un acercamiento al establecimiento antes del ingreso a clases. Es sabido que cuando se construyen representaciones previas, nuestra mente logra metabolizar lo nuevo sin despertar montos de ansiedad excesivos.
Brindar espacios de comunicación que fomenten una actitud optimista ante el cambio, junto con la disposición a acompañar el enfrentamiento de las dificultades que surjan en el proceso de adaptación.
Asimismo, es importante estar atentos ante cualquier cambio conductual o emocional que modifique considerablemente su vida cotidiana.
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