A medida que la urbanización sigue en expansión, los edificios representan una parte significativa del consumo energético global, siendo responsables de una porción considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel mundial, el sector de la construcción genera el 39% de las emisiones de CO2, y en nuestro país, este porcentaje alcanza el 22%. Además, se estima que para 2050 el stock de edificios construidos se duplicará, lo que incrementará aún más el consumo energético y las emisiones, que actualmente aumentan un 1% y 2% anual, respectivamente. En este contexto, la gestión eficiente de la energía y el compromiso del sector de la edificación son cruciales, contribuyendo con un 17% a las metas de reducción de emisiones.
Los edificios ya no pueden ser concebidos como meros espacios físicos, sino como sistemas complejos en los que la eficiencia energética debe ocupar un lugar central. La incorporación de tecnologías de automatización, la optimización de los sistemas de climatización y el uso de energías renovables, como paneles solares y bombas de calor, son medidas fundamentales. A esto se suma la importancia de realizar auditorías energéticas periódicas para identificar oportunidades de mejora y establecer metas concretas de reducción de consumo. Estos esfuerzos han sido respaldados por la implementación de la Ley de Eficiencia Energética, que marca un hito en el avance hacia una mayor sostenibilidad en el sector.
La gestión energética eficiente no solo favorece al medio ambiente, sino también a los propietarios y usuarios de los edificios. A largo plazo, una menor dependencia de fuentes de energía convencionales y la adopción de medidas de eficiencia energética pueden traducirse en importantes ahorros económicos y en una mayor resiliencia ante las fluctuaciones del mercado energético. Además, los edificios que adoptan estas soluciones tienden a incrementar su valor y atraer a usuarios e inversionistas que priorizan la sostenibilidad.
La tendencia hacia edificios "inteligentes" y sostenibles no es una moda pasajera, sino una respuesta inevitable a las necesidades de un futuro más verde. Sin embargo, nuestro país enfrenta importantes desafíos en este camino. Es crucial avanzar hacia edificaciones de consumo energético, emisiones y carbono incorporado neto cero, así como impulsar con fuerza la renovación energética del parque construido. Estos esfuerzos no solo contribuirán a la reducción de emisiones, sino que también ayudarán a mitigar la pobreza energética, beneficiando a los sectores más vulnerables de la sociedad.
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