Viernes, 25 de Octubre de 2024  
 
 

 
 
 
Cultura y ciencias

Costumbrismo Rural…Fundo el Barro Barbie

Crónicas de pueblo por Sergio Díaz Ramírez, Instagram @amanecerdelgallinero

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Chola y Gitana fueron unas yeguas de una niñez primera, una negra tapada y la otra una alazana oscura, la de los primeros trotes y galopes en pelo, mansas y eternas, cuando la inocencia no pensaba en finales de ningún tipo. Los años avanzaban y los aperos las iban adornando para aventuras más difíciles, en lomajes y cerros jamás amilanaron, en galopes veloces tampoco, ni siquiera en topeaduras en quinchas de movimiento de riendas. Crecía y por arte de magia, otras yeguas iban tomando su lugar, mas sus destinos jamás fueron la muerte, ese era un estado completamente reñido con la mente inocente. La conciencia plena en un momento llega, mas los estados de discernimiento no corren para las experiencias primeras.

A principios de los 90, se comenzaba a fraguar la historia que les quiero contar, una potranca corría por los cerros del fundo El Barro, ese rincón de San Esteban que simula los fundos sureños, flora tupida, aguadas frescas, bramidos lejanos y vuelos cortos de perdices tímidas. Don Iván Ahumada, huaso de tomo y lomo, oriundo de San Vicente, buscaba por esos rumbos la potranca cariblanca que se comenzaba a amansar y conversaba con don Hernán Lichi, especialmente al saber que la madre tenía su origen en el criadero Huelequén, iniciado 1959 en la Hacienda Casablanca, Ñuble, propiedad de don Pascual Baburizza Raic. El pulso se aceleraba al pensar que los ancestros eran los potros Quebrado, Gañancito, Madrigal y Rascucho.

Una mirada bastó para realizar la transacción, don Iván preparaba el cabresto y volvía con ella a los pagos de Pocuro. Un caminar elegante y continuos relinchos alejaban la caballada, dejando atrás el predio. Un camino recto y largo, bastante polvoriento acercaba con algunos trotes su nuevo destino, uno que permitiría a don Iván quedarse con la ansiada yegua Viñita, al tener tratado el trueque con don Miguel Celedón. Si de anécdotas se trata, la historia cuenta que, a los cinco días, la potranca Fundo El Barro Barbie llegó nuevamente, pues don “Migue”, por ahora le complicaba el canje, sin percibir lo que el futuro depararía. El arrepentimiento llegaría años más tarde al ver correr la yegua, con una postura sin igual, pero ya era muy tarde, la hija de Hualtata y Golpeteado, nieta de Quebrado, ya no tenía límites.

Hay que recordar que los campos de San Vicente eran un solo paño, la carretera no existía, y las caminatas primeras de amansa de la yegua no tenía cercas, es más, lomajes abiertos recibían sus relinchos y cambios de frenos en su boca. El Checho Santibáñez, conocido arreglador de caballos y el propio Miguel Celedón eran partícipes, junto a don Iván Ahumada, de su calmado progreso. En las conversaciones me llamó la atención que todos han coincidido en una característica importante, “traía muchas cosas innatas“, y es ahí donde nos vamos a la importancia de su genealogía, a la sangre inicial del potro “Quebrado”, a la mirada de un elegante caminar, forma de sacar las manos y pasar las patas, y ni hablar de la explosión en la salida.

Los que saben dicen que es difícil aventurarse cuando el caballo está terminado o está hecho, pues su acondicionamiento físico nunca finaliza durante su período deportivo, y muchas veces es lo que hace la diferencia. Fueron muchos los años donde el clan Ahumada del criadero El Morro fue premiado en las medialunas de la zona. Ibaceta se saca el sombrero al describir las carreras de la Barbie y don Gancho hace una pausa al recordar la nobleza y postura, ya fuera encanchada u orillada. Las quinchas de San Vicente, El Sauce, Primer Quebrada, Rinconada y Los Andes, supieron de sus atajadas, así mismo Til Til y El Melón contribuyeron a llevar su performance a finales regionales del Clasificatorio en Canadela.

Tenía que ser en Calle Larga la historia de esta manca, una larga vida y descendencia, cómo se dice bastante acontecida, si de crías hablamos, son nueve en total, con buenas cruzas y abundancia en potros, no cumpliéndose los designios de la genética, cuándo aprendimos que el sexo era más menos distribuido rayando el 50%. Los acampados nombres nos hablan de un ambiente campesino atávico y pícaro desarrollado en El Morro. Cada historia es única y muy trabajada, pensando en la mejor época y sangre del reproductor. Sería muy largo describir la genealogía, mas pueden creerme que el listado desde el primero al nono es como sigue: Embustero, Chiquita, Envidioso, Aventurero, Antojo, Inquilino, Casquivano y Esperado. Me quedó una duda, pero creo que Temporal, se quedó por ahí.

Fundo El Barro Barbie, reza su nombre, ya son 34 años los que lleva a cuestas, bastante más de los 20 a 25 años, que normalmente considera la vejez de los caballares. Su performance deportiva, la historia de vida, la familia que está detrás, los ojos de campesinos y corraleros llevaron a realizar un homenaje en la medialuna de San Vicente, ofrenda que muy pocos pingos la reciben, al terminar su carrera en los rodeos. La manta carmelita del criadero, la tenida de huaso de don Iván, los aperos de Barbie, un toro silencioso y la emoción de los asistentes, hablan de los méritos de una yegua, que sigue firme al lado de su criadero y del relincho amargo que en plena ceremonia lanza su última cría, el potro alazán cariblanco de estampa heredada, de los primeros ancestros de la hacienda Casablanca.

“Déjela no más pastar“ cantaba Hernán Figueroa Reyes, hace ya varios lustros, letra y concepto que hace mucho sentido en esta historia, cuando don Iván hincha el pecho mirando su yegua y recordando los relinchos frescos, al salir del rincón escondido bajo la cuesta de Campos de Ahumada. “No rechace mi consejo “, piensa mientras la brizna del campo moja sus zapatos y el tintinear de espuelas acompaña el vuelo de las aves madrugadoras. “Que yo la voy a enterrar cuando se muera de vieja“, haciendo honor a la yegua más prestigiosa que ha recorrido los campos mirados por los ilustres silos, que aún se sostienen en las acampadas tierras del San Vicente andino.

 

 


 
 
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