El cambio climático trae consigo tantas alteraciones en nuestro clima. Ya no sabemos a ciencia cierta qué sucederá en nuestro país en invierno, cuanto lloverá o cuáles serán las temperaturas máximas este verano. Estamos sujetos a cambios que los años anteriores no teníamos: lluvias en veranos, aludes en nuestros cerros, crecidas en nuestros ríos y socavones en lugares urbanos.
Las preguntas que nacen ante el socavón producido en Viña del Mar durante el último temporal son “¿por qué?, ¿hubo un mal cálculo?”. Las respuestas son difíciles de determinar si no se realizan estudios detallados del lugar, de los suelos y la saturación de terreno.
Entonces, y con el cambio climático como factor clave, ¿podemos seguir construyendo con los parámetros normativos existentes o debemos cambiar los lugares donde se edifica?
Nuestras normas de urbanización, permisos de construcción o lugares aprobados para construir, no debiesen ser los mismos que años atrás. Humedales, laderas de ríos y dunas deben contar con mayor protección.
Los parámetros de análisis inicial de un proyecto -niveles máximos de lluvia, vientos, temperaturas- cada vez presentan mayor diferencia con antaño. ¿No deberíamos modificar nuestra planificación urbana y los diseños de la infraestructura que la contempla frente a estos nuevos datos?
Si nuestro mundo está cambiando, como ingenieros civiles debemos adecuarnos con él. Esa es la base de un diseño sustentable: que perdure en el tiempo y que mantenga a nuestras generaciones con las misma o mejor calidad de vida que la actuar. Debemos tomar estos acontecimientos como una oportunidad para mejorar el dónde y cómo construimos. Es decir, que estos hechos sirvan para realizar una reflexión profunda de cómo mejoramos nuestra labor con miras al futuro.
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