Jueves, 25 de Abril de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

11 de febrero: Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Por Irmgard Paris

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A once meses desde el día en el que la Organización Mundial de la Salud declaró que nos encontramos ante una pandemia provocada por el COVID-19, y en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que se celebra hoy 11 de febrero, yo me pregunto ¿cómo debemos combatir el virus de la desigualdad de género en la ciencia?

 

Cuesta imaginar de qué manera un diminuto elemento genético observado a nivel microscópico como lo es el virus COVID-19 o SARS-CoV-2 puede causar estragos con impactos a nivel macroscópicos, no sólo en la salud física y mental, sino también en nuestro ambiente ecológico, económico y social. Sin dudas, este virus reafirma lo vulnerable que somos como especie y nos recuerda que formamos parte de un ecosistema donde todos contribuimos, en mayor o menor medida, a mantener un equilibrio. Pero también, nos da la posibilidad de reconocer y valorar el trabajo que hombres y mujeres de ciencia llevan a cabo arduamente para superar este tipo de amenazas constantes a las que nos vemos expuestos.

 

Y es aquí donde las diferencias de género adquieren gran notoriedad en tiempos de pandemia, las cuales debilitan aún más el posicionamiento de la mujer en la carrera científica. Si bien esta realidad ha sido evidenciada y cuestionada desde hace décadas, y se ha trabajado mucho para disminuir las brechas, aun así todavía no hemos encontrado el camino para acabar con ellas. Y es que la tarea de contribuir al desarrollo del conocimiento científico no debería ser privilegio de algunos pocos, al contrario, todas las personas sin distinción de género, etnia o edad tenemos mucho que aportar y para ello necesitamos igualdad de oportunidades.

 

Actualmente, las mujeres que hacen ciencia se enfrentan a grandes desafíos al tener que compatibilizar sus múltiples roles en el espacio de sus hogares: ser madres, esposas, hijas, amas de casa, científicas, académicas, escritoras, investigadoras. ¿Cómo una madre puede hacer ciencia sin jardines infantiles funcionando ni una red de apoyo familiar cerca? ¿Cómo desarrollar una investigación académica en el mismo espacio y tiempo que nos exigen que cumplamos los roles de madre, esposa y dueña de casa? ¿Cómo una hija debe conjugar los tiempos de cuidado de sus padres y de escritura de artículos científicos? Estos son claros ejemplos de la desigualdad de género en donde la distribución de tareas y la carga de cuidados son realidades en las que las mujeres asumimos el liderazgo.

 

Las consecuencias de la discriminación de género se evidencian en el menor número de proyectos adjudicados y publicaciones, y lo que es aún más agravante, en los menores ingresos salariales. Así los demuestran los resultados de la participación femenina en el Programa Fondecyt Regular del año 2020, donde solo el 28% de los proyectos adjudicados en Ciencia y Tecnología es liderado por una mujer, porcentaje muy similar a los proyectos concursados (ANID, 2020). De igual forma, según el Programa de Información Científica de la ANID, la distribución de autores femeninos en publicaciones WoS en el mismo año representa solo el 34%.

 

A pesar de estas claras desigualdades, el posicionamiento que ha logrado la mujer en la ciencia es indiscutible, basta con hacer memoria de los Premios Nobel otorgados en los últimos años. Y creo que el contexto actual no será la excepción, ya que en la carrera por generar una vacuna segura y eficiente contra el COVID-19 resuenan nombres de científicas destacadas como Sarah Gilbert, de la Universidad de Oxford.

 

Superar las inequidades existentes requiere un esfuerzo en conjunto entre los distintos actores y sectores involucrados, quienes deben tomar las medidas necesarias para fortalecer las debilidades y multiplicar las oportunidades para el despliegue de la carrera científica de la mujer. También, se vuelve imprescindible continuar trabajando en políticas de igualdad de género. Desconocemos cuándo terminará la pandemia del Covid-19, mientras tanto, aunemos fuerzas para eliminar la pandemia de la desigualdad de género dentro de la comunidad científica. Es una tarea que nos involucra a todos.

 


 
 
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