En la circense elección presidencial entre Alejandro Guillier y Sebastián Piñera surgió la "amenaza" de la transformación de Chile en Venezuela en caso que ganara el primero. Sin embargo, "Chilezuela", esa broma de tan mal gusto, era en realidad el objetivo de Piñera y sus aliados: Transformar Chile en una república bananera, tercermundista, corrupta, decadente y degenerada que a través de la "multiculturalidad" y el marxismo cultural, ha promovido la destrucción de nuestra nación e identidad y sus valores tradicionales.
La efectividad del cometido es evidente: Un país de imbéciles, de 'opinólogos', de expertos, de políticos, delincuentes, narcotraficantes, degenerados y trashumantes que difícilmente pueden pensar que el país fue invadido.
El epicentro de la cultura nacional hoy se extiende entre un matinal de televisión, el partido de fútbol y las "redes sociales".
Y claro, en el "mundo globalizado" de los ignorantes y vendepatrias no hay fronteras para países como Chile.
Todo esto se engalana con los porcentajes y las cifras del "crecimiento económico", la promulgación de innumerables leyes y los "derechos" y el así denominado "progreso".
La inmundicia engalanada con flores.
¿Es este el país que forjaron nuestros ancestros? Ciertamente que no.
Chile ya no es Chile. Es la gran alcantarilla latinoamericana.
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