Ya no vemos a don Manuel Arancibia en el quiosco de la plaza de Rinconada. Ya no leemos los titulares de los diarios nacionales, tampoco conversamos agolpados viendo las revistas colgadas con perros de ropas. Ahora una silla en Bucalemu es el escenario para escuchar los recuerdos que sus 83 años nos pueden contar.
Durante el siglo XX y las últimas dos décadas del siglo XIX, la comercialización de periódicos estuvo ligada a la venta callejera, utilizando niños especialmente, llamados popularmente como “canillitas”.
Trabajos de campo durante la juventud y adultez en el fundo de los Simonetti en Curimón, ya son 60 años atrás de eso, cuando en sus años mozos cumplía labores al lado de “misia” Mariella, que era como se les decía a las patronas de antes.
El “diariooooo” declamaban en las calles y esquinas principales, los titulares eran mágicamente descritos para atrapar la atención de transeúntes y automovilistas. El deporte los días lunes, acompañados de suplementos eran noticia y conversación obligada, en eso, la verdad, no ha cambiado en demasía nuestra sociedad. La diferencia está en que hace medio siglo los clubes no eran sociedades anónimas.
Una vez que el campo desarrolló la fruticultura, con extensas jornadas y especialmente de noche, tuvo la oportunidad de dar un giro en su vida y de eso ya hacen 35 años. Un quiosco en la plaza de Rinconada atrajo su atención y comenzó el vértigo de las madrugadas y el ajetreo de las noticias.
La política durante mucho tiempo acaparó todos los titulares. Muchos periódicos y revistas estaban vinculados a diferentes corrientes de pensamiento, claro que lamentablemente muchas veces las ofensas explicitas dominaban los escritos e influenciaban el dialogo nacional.
El despertador comenzaba a sonar a las 5 AM para don Manuel, a las 6 tomaba su bicicleta en dirección al quiosco donde guardaba la “chancha” y de ahí en el colectivo que manejaba don Segundo Salazar hasta Las Heras con Esmeralda, donde retiraba los periódicos que recién habían llegado desde Santiago. A las 8 de la mañana durante casi 15 años, de lunes a domingo, esperaban connotados clientes que residen en esa hermosa comuna de Rinconada.
La prensa de Chile tiene sus orígenes en el periódico nacional, la Aurora de Chile, cuyo número inaugural se publicó el 13 de febrero de 1812. Los tres primeros diarios fueron la Aurora de Chile (1812-1813). dirigido por el Fray Camilo Henríquez, El Monitor Araucano (1813-1814) y El Semanario Republicano (1813-1814)
Lunes antes de las ocho, esperando la llegada de don Manuel, se encontraba de manera regular un señor del siglo XVIII en aspecto, elegante traje de huaso, sombrero de paño y lustrosos zapatos con taco. Lo requerido era la Revista del Campo, que venía y sigue viniendo como suplemento del diario El Mercurio. Por supuesto que era don Sergio Rodríguez, personaje cercano a la Hacienda Rinconada.
Junto a la prensa nacional, los quioscos se nutrían de exitosos números del Readers Digest, revista estadounidense de carácter mensual que era la más leída del mundo, con 30 millones de ejemplares en 13 idiomas, abarcando los más variados temas como: obras contemporáneas, arquitectura, medicina, tradiciones y leyendas, pirámides y profecías, enigmas de la sábana santa etc.
Sin duda don Manuel esperaba a su cliente estrella, protagonista en la década de los noventa de la política nacional. Vecino de Rinconada se apersonaba en camioneta y muchas veces con sus perros rottweiler, nada menos que don Nelson Ávila, senador de la República, comentarista de televisión, galán etc. Sabrosos y ácidos comentarios hacían reír a don Manuel, incluido su inconfundible humor negro.
Don Manuel desde hace algunos años ya no comenta las noticias con Sergio Rodríguez, Guillermo Galdámez, Manuel Miranda, Nelson Ávila, Ignacio Torres, ni Fernando Valdivia. Sin embargo, ese punto de reunión permanecerá en sus mentes, como recuerdo importante que nutre sus espíritus.
Poco a poco el ritmo de la vida fue variando, la inmediatez de las comunicaciones, la fibra óptica,3G y 4G, dejaron en el pasado las noticias de ayer, generaciones completas renunciaron a las lecturas de papel y la era de los diarios electrónicos dominan en la actualidad.
El grito del “diarioooo”, ha quedado en el pasado, los quioscos de la esquina también se han reinventado, mas el alma de los Manuel Arancibia Cabrera quedaran para siempre en la retina histórica de la vida de pueblo.
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