En Carabineros de Chile existen muchos héroes anónimos que dan su vida en actos de servicios y más cercano aún, en la V Zona es digno de recordar a un funcionario de la Primera Comisaría de la Ligua quien encontró el fin de sus días en un artero y cobarde atentado.
Erase el día 15 de Noviembre de 1983, cerca de las 09.00 horas, el Carabinero José Miguel Jorquera Gálvez, 26 años, soltero y sin hijos, salió desde su Unidad en dirección a la comuna de Petorca de servicio Escolta de Valores, en un Jeep del entonces Servicio de Seguro Social, acompañado por un conductor y una funcionaria del citado organismo, trasladando una remesa de dinero para el pago de los pensionados de esa localidad.
Al llegar a la entrada sur del Túnel la Grupa, ubicado a 5 kilómetros, al nor-oeste de la ciudad de Cabildo y siendo aproximadamente las 10.15 horas, el vehículo en que se movilizaban sufrió la emboscada de un comando extremista, el cual simuló una reparación en el semáforo que regula el paso de los vehículos por el interior del Túnel para perpetrar el ataque.
El Carabinero Jorquera Gálvez, fue golpeado sorpresivamente en el cráneo, para luego encañonarlo y trasladarlo a una quebrada del túnel donde le dispararon en tres ocasiones, en la cabeza y en el tórax. Lo dejaron moribundo y finalmente lo arrojaron entre los matorrales de la misma quebrada.
Su madre, doña Ema Gálvez, soltera y a la vez, modesta y sencilla asesora de un hogar particular, tenía un incalculable orgullo por su principal y única pertenencia, su hijo José Miguel. No sólo por el hecho de serlo, sino también, por vestir con mucha honra y prestancia el verde uniforme de las carabinas cruzadas.
Según se recuerda, las exequias fúnebres tuvieron una potente imagen que los testigos nunca olvidaran; la impactante muestra de dolor en el rostro de esa humilde mujer, abrazada con todas sus fuerzas del ataúd de su hijo, repitiendo una y otra vez… “he perdido lo único que tenía”.
Nunca más se recuperó de ese desgarrador hecho. Murió años más tarde con la desolación y la angustia por la violenta partida. Hoy, el destino, los mantiene reunidos en el Cementerio de Quillota.
A 30 años de este atentado, vayan para ambos, nuestro recuerdo, afecto y reconocimiento. Casos como el de doña Ema deben haber miles, pero al no existir, tres décadas después, familia directa que los conmemore, será la de Carabineros la llamada a mantener el vivo recuerdo de este mártir y la de su entrañable madre, doña Ema.
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