La desigualdad de ingresos en Chile es conocida por todos, al punto que nuestro país luce el mayor índice en esta materia entre las naciones de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), pero lo que no todos saben es que esta desigualdad se proyecta también a la educación, en términos que los colegios particulares subvencionados reciben alrededor de un 50 por ciento de la subvención por alumno, si consideramos en este porcentaje los innumerables aportes económicos del Estado que son exclusividad de los establecimientos públicos, entiéndase por estos últimos los municipales en proceso de traspaso a los nuevos SLEP.
Sin embargo, la brecha es aún más grande si consideramos que los establecimientos públicos (municipales) se ven además beneficiados por el FAEP (Fondo de Apoyo a la Educación Pública), destinado al fortalecimiento de todos sus niveles de enseñanza básica, media y de educación parvularia. Asimismo, no podemos soslayar los cerca de 50 millones de dólares del presupuesto de la nación para los 15 Slep implementados en 2024 y los 9 que entrarán en funcionamiento en 2025. En total serán 70 los Servicios Locales de Educación Pública en todo el país de aquí al año 2030.
Le aporto más datos, desde hace 15 años los colegios particulares subvencionados cuentan en promedio con más matrícula de acuerdo a cifras entregadas por el MINEDUC (54 por ciento) que los colegios municipales y Slep (32 por ciento) y gran parte de esa matrícula está constituida por estudiantes de menores recursos, al punto que se rompe el paradigma de décadas atrás cuando los escolares en mayor riesgo social se concentraban en los establecimientos públicos. El porcentaje restante de matrícula corresponde como es evidente a los colegios particulares pagados.
¿Cuál es la lógica, entonces, para qué el Estado aporte mayores recursos a los colegios públicos en desmedro de los particulares subvencionados? Desde mi punto de vista esa lógica no existe y es más en la última prueba PAES según cifras del DEMRE publicadas el lunes 13 de enero de este año, entre un 16 a 17 por ciento los estudiantes provenientes de colegios particulares subvencionados estuvieron en el 20 por ciento de los puntajes más altos, segmento en el que se posicionaron apenas un 9 a 10 por ciento de los estudiantes de colegios públicos.
En el segundo Gobierno de Michelle Bachelet se hizo la denominada Ley de Inclusión Educativa 20.845 y que tiene como principio la no discriminación arbitraria que implica la integración en los establecimientos educacionales, se refiere también a la dignidad del ser humano y su educación integral. Se hablaba en aquella época de bajar a los niños de los patines y que todos fueran iguales, porque la Ley y la constitución habla de que en Chile todas las personas somos iguales en deberes y en derechos, una idea no tan nueva en realidad, si consideramos que el filósofo británico John Locke ya en el siglo XVII planteaba que "los individuos nacen con derechos naturales, incluyendo la igualdad ante la Ley y que el gobierno debe proteger estos derechos". Como usted se puede dar cuenta en nuestro país en educación estamos atrasados en más de 400 años en relación a este principio.
La verdad sea dicha, la Ley de Inclusión Educativa de Michelle Bachelet sonaba muy bonita y patriótica, digna del siglo 21, donde se aspira a una educación moderna y que los escolares tengan las mismas oportunidades, pero al final del día cuando se publicó la Ley, en uno de los párrafos agregaron el famoso Fondo de Ayuda a la Educación Pública (FAEP). que no es más que un bono equivalente a cerca de un 30 por ciento más de subvención para las escuelas municipales, por lo tanto los niños de los colegios particulares subvencionados no sólo fueron bajados de los patines, sino que también se los quitaron: ¿Dónde quedó entonces la equidad de la que tanto se habló?
Pero no es sólo el FAEP el que acentúa la brecha existente entre ambos sistemas educativos, toda vez que los establecimientos municipales reciben por parte de los Gobiernos Regionales financiamiento para infraestructura, equipamiento, sueldos de profesores y otros funcionarios, además de subvenciones para proyectos. Este tipo de apoyos económicos no corren para los colegios particulares subvencionados, por lo tanto el costo por alumno de estos últimos es mucho más alto.Y, si bien es cierto aún existe un mínimo de instituciones privados con financiamiento compartido, también es un hecho de la causa que un porcentaje de lo aportado por los apoderados se descuenta de la subvención.
Todos sabemos las dificultades que ha enfrentado el sector de los establecimientos públicos a lo largo de los últimos años y lo complejo de su funcionamiento, con grandes deficiencias en materia de infraestructura en general a nivel país. Hemos visto por televisión las condiciones precarias que esperan a los escolares en muchos colegios de la Región Metropolitana, por ejemplo, en términos que los establecimientos particulares subvencionados casi en su totalidad ofrecen dependencias modernas, baños en perfectas condiciones y espacios dedicados a la práctica deportiva para sus alumnos. Le puedo asegurar que difícilmente encontrará a un apoderado que tenga a su hijo en un establecimiento particular subvencionado reclamando porque los baños están destruidos o que las salas no se han pintado.
Cuando se trata de beneficios del Estado, apenas un limitado porcentaje de los niños de séptimo básico del sector particular subvencionado reciben un computador cada año, mientras que en el sector público lo reciben prácticamente todos. Y si se trata de la postulación a fondos para proyectos los colegios particulares subvencionados no existen para el Estado en una suerte de discriminación permanente y donde la igualdad frente al sector de los colegios públicos no existe. Lamentablemente, esta es una realidad y siento que los sostenedores de instituciones particulares subvencionadas han tenido demasiada pasividad frente al tema.
En definitiva, no todos los niños se bajaron de los patines, únicamente lo hicieron los estudiantes de los colegios particulares subvencionados. Por eso, aunque al final del día se diga que tanto los alumnos del sistema público como privado son iguales para el Estado eso no es cierto, porque las estadísticas evidencian que existe una primera y una segunda categoría.
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