Martes, 10 de Septiembre de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

El Buen Trato deja Huellas de Amor

Por Macarena Riveros Luraschi, Coordinadora OPD Los Andes

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Agosto es un mes muy significativo puesto que se conmemora en nuestro país el día de La Niñez, en honor a que el Estado de Chile ratificó, el 14 de agosto del año 1990, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), tratado que articula un conjunto de derechos para todos los niños que forman parte del país que la aprueba, reconoce la necesidad de protección y de cuidado especial que ellos poseen, y busca que el Estado genere las condiciones que posibiliten el desarrollo y bienestar integral de niños, niñas y adolescentes, responsabilidad, que no debemos olvidar, es de incumbencia de cada uno de los integrantes de nuestra sociedad.

 Ahora, llevando esta conmemoración a lo local, a partir de una visión conjunta de parte de las instituciones y programas que conforman la red Comunal de Infancia, se decidió como estrategia para sensibilizar en torno al respeto y resguardar los derechos de la infancia y adolescencia de nuestra comuna, impulsar la Campaña de promoción del buen trato 2024, denominada “El Buen Trato deja Huellas de Amor”. Al respecto, se reflexionó y analizó con representantes de variadas instituciones, principalmente educativas, sobre la importancia de educar y entregar herramientas a madres, padres y cuidadores, entendiendo el potencial que estos actores poseen para marcar, tanto positiva como negativamente, la trayectoria vital de niños, niñas y adolescentes que están bajo sus cuidados, es decir, convertirse en una fuente de amor y crecimiento, o en su defecto, en una de daño y dolor.

 El sentido de utilizar esta frase es invitar al mundo adulto a reflexionar sobre que a partir de los cuidados, forma de vincularse junto los tipos respuestas que otorgamos a niños y niñas, existe la posibilidad y el gran desafío de generar huellas mediante la utilización de los buenos tratos, los que de seguro tendrán un efecto positivo en su crecimiento y desarrollo. Es decir, a través de un actuar parental que esté caracterizado por el amor y el respeto, con límites claros y consistentes, que sea promotor del diálogo y la expresión emocional, que genera respuestas sensibles, empáticas y contenedoras, se estará pavimentando el camino para que niños y niñas se desarrollen y crezcan de manera sana y feliz. Por tanto, se estarán construyendo huellas en ellos y ellas, ya que éstas son reconocidas como marcas positivas e imborrables que quedan arraigadas en la memoria y se reconocen como modelos positivos de actuación, pues se refieren a momentos de amor, crecimiento y bienestar que nos posibilitan sentirnos plenos y sacar adelante nuestro máximo potencial.

 En contraste a lo anteriormente expresado, cuando nuestra respuesta como adulto cuidador o responsable se organiza a partir de la utilización de los malos tratos, concurriendo, por ende, en actos de abandono, rechazo, desatención, humillación, insultos, amenazas, criticas, ridiculizaciones, cachetadas, empujones, golpes, así como de cualquier otro comportamiento que cause un daño o perjuicio en el desarrollo de la niñez, se estarán formando cicatrices, muchas veces imborrables, a partir del daño y el dolor. Según los expertos, las consecuencias del maltrato infantil son múltiples y de diversa intensidad, pudiendo dar lugar a problemas físicos, emocionales y sociales, que pueden ser visibles incluso a un mediano y largo plazo. Entonces, podemos consignar que el maltrato infantil es un problema grave y doloroso que está presente en nuestra sociedad y respecto del cual se deben dirigir constantes esfuerzos para lograr su erradicación, debiéndose, en este ámbito, reflexionar acerca de que una característica frecuente en los adultos que agreden a sus hijos, es que en su infancia fueron violentados por sus figuras parentales o no recibieron protección, ni afecto. Así también, se debe ponderar que existe la alta probabilidad que el maltrato hacia la infancia producirá más violencia en la sociedad, por cuanto niños y niñas maltratados gravemente tienden a presentar mayor aceptación y validación del uso la violencia y la agresión (normalización), por lo que de adulto, podrían reproducir la violencia hacia sus parejas y sus propios hijos.

En definitiva, el mensaje que deseamos socializar como red de infancia de la comuna de Los Andes radica en que la forma en cómo tratamos a niños y niñas deja huellas que pueden significar una vida sana, constructiva y feliz, siendo además una huella que al largo plazo se multiplica y se expande, pudiendo marcar el camino hacia una sociedad que promueva, respete y resguarde un desarrollo sano, pleno e integral de niños y niñas que la conforman.

 

 

 


 
 
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