Domingo, 5 de Mayo de 2024  
 
 

 
 
 
Cultura y ciencias

Costumbrismo Rural… Madrinas

Crónicas de pueblo por Sergio Díaz Ramírez, Instagram @amanecerdelgallinero

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La elección de la madrina fue uno de los parentescos más importantes del campo chileno. Era todo un tema y la de bautizo, una de las predilectas, amén del fastuoso evento que llevaba aparejado. No sólo implicaba la responsabilidad ante la pérdida de los padres, si no que originaba una relación indestructible con los padres del bebe, las de ahora en adelante denominadas, comadres. “Mi madrina “, era llamada con orgullo, por los niños, sabiendo que ello llevaba consigo un cariñito, que siempre era muy bien venido.

Las comadres tienen otra mirada, cierta complicidad, un relajo y risas escondidas. La verdad el tema es largo e interesante, sin embargo, la crónica va bastante más atrás en el tiempo, la conducta animal en su estructura social, obedece también al comportamiento y lazos de madrinaje. Las yeguas madrinas en Argentina son toda una institución, los encierros en la fiesta de Jesús María, en Córdoba atrae miles de miradas. Pero yendo más cerca, en los pasos clandestinos de Río Colorado se usaban vacas madrinas con cencerros en el cogote, para pasar rebaños completos por los afilados precipicios.

Allende Los Andes, el “entrevero” es una de las tradiciones más arraigadas, al igual que en nuestra Patagonia. El comportamiento de tropilla en los caballos, viene desde su origen, cuando las manadas avanzaban hacia las aguadas y mejores pastos guiados por un/una líder. Es un comportamiento social, que también abarca a numerosas especies. Si bien en los caballos salvajes, las tropillas se forman de manera natural, con la domesticación se hace un manejo, donde se elige la yegua madrina, mansa y de carácter, a la que se le pone un cencerro.

Claro que existe un estudiado sistema para constituir las tropillas y lucirse en los eventos ecuestres, mas trato de recordar algunas conductas que deben ser básicas en su organización social. De pequeño observaba el silbido del campesino a potrero abierto, sólo se acercaba una sola yegua, quedando rezagadas las demás. También cuando se arrinconaban en una esquina para lacearlas, algunas veces se arrancaba una y la seguían todas, mientras que en otras aceptaban el lazo, sin siquiera moverse. Conductas con ocho mil años de historia, que muchas veces las pasamos por alto.

Para formar la tropilla se elige de madrina una yegua dócil y con carácter, a la que se le pone un cencerro. Para completar el cuadro escogen unos 7 a 10 caballos castrados que sean parejos de tamaño y color. El sonido del cencerro es único, ninguno igual a otro, de manera que el oído adiestrado de los machos, sólo seguirá esa madrina. El tropillero cabrestea la yegua madrina y los pingos siguen el sonido. Un lujo más de la tropilla es contar con un “lunar”, que es un caballo de color distinto, para tener otra mirada en el caso de manadas parecidas.

Voy a ese potrero adentro de la hacienda pasada, las yeguas están gordas, hacía unos tres meses que no se montaban y los alfilerillos, hualputras y teatinas habían sido abundantes. El cielo se arrebolaba y Ramón Garrido chiflaba entre el monte y la quebrada, sonido que viajaba raudo entre las notas de la ventisca otoñal. Su caballo colorado, grueso y altivo bufaba al oliscar las yeguas del monte, pues ya se asomaba la madrina, con un poco de desconfianza al principio y a galope tendido luego, al corresponder a la llegada de su amo. No había cencerros ni machos castrados, sólo yeguas, mansas, confiadas, barrosas, mulatas y bayas.

Etólogos veterinarios se ocupan de observar el comportamiento animal y estudiar sus razones, pero también son importantes los tropilleros que día a día van conformando sus manadas. Cuentan que la madrina expulsa los potrillos o caballos recientemente castrados, que no se ajustan a sus directrices, los que a la deriva ya no encuentran las mejores aguadas, pasturas ni pesebreras. Don Toño dice que cuan hijos pródigos tratan de reincorporarse, y cuando en el relato espero la firmeza de la madrina, sorprende con relajos, mimos y besos. Comportamiento social que muchas veces no sostenemos los seres humanos, lo que da mucho para pensar.

El lenguaje y sus secretos entra al “entrevero” en la Patagonia, miles de asistentes conforman el ruedo,250 caballos con 30 cencerros se mezclan en un rodeo animado, polvoriento, gritado y costumbrista. El capataz ya verificó la entropía, desorden y caos de las manadas, el animador da la orden de abrir las tranqueras y derivar al potrero. Los cencerros ordenan la orquesta, los tropilleros cabrestean tranquilos y las madrinas relinchan nerviosas. Los zainos obtuvieron el primer lugar con un tapado negro de lunar, una madrina gateada y don Benicio de caporal.


 
 
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