El 27 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Donante de Órganos en reconocimiento a Pamela Andrea Toledo Ortiz, una niña chilena que falleció a los 12 años producto de un aneurisma cerebral. Poco tiempo antes de este suceso, ella manifestó a sus padres la voluntad de donar sus órganos, quienes la respetaron ese día en 1995.
A pesar de que en Chile se realizaron 358 trasplantes durante 2020, una tasa de 10.4 donantes por millón de habitantes, aún está muy lejos de países de la OCDE como España, que tiene una tasa de 49 donantes por millón, la más alta del mundo. Pareciera ser que la donación sigue siendo un tema desconocido por muchos, contribuyendo en aumentar la lista de fallecidos esperando por un órgano.
Para ser donante se requiere de la muerte de una persona por criterio neurológico (muerte cerebral, no coma) que, de acuerdo al MINSAL, corresponde sólo al 2% del total de la población que fallece. Sin embargo, es mucho más probable que una persona requiera de un órgano, ya sea por patologías autoinmunes o cuadros agudos que -en un número importante- se presentan como consecuencia del abuso de algunos medicamentos. Órganos como el hígado y los riñones son los que pueden verse más afectados gracias al sobreconsumo del ibuprofeno, el paracetamol o la aspirina. A pesar de ser fármacos de gran consumo, su acumulación podría resultar tóxica para estos órganos, encargados de metabolizarlos y de filtrar nuestra sangre.
Por esto, es fundamental concientizar a la población respecto al correcto uso de los fármacos, sobre todo aquellos de venta libre. Es clave que sepamos que no da lo mismo tomar un analgésico o antiinflamatorio sin la correcta orientación de un especialista de la salud o por tiempos prolongados. Es clave que hablemos de la importancia de la donación de órganos y el respeto de la voluntad de aquellos que se enfrentan a la posibilidad de serlo. Es clave evitar llegar a una situación extrema, donde la vida está en juego y, para bien o mal, depende de la voluntad de otros.
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