Viernes, 29 de Marzo de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

¡¡Tabolango, Tabolango!!, El “Sindrome de la invulnerabilidad” y la muerte del mito de la Barrera natural

Por Eduardo Torres Gutiérrez, Psicólogo

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Moctezuma, al recibir al conquistador Hernán Cortés, llevaba a la altura de su rostro un gran ramillete de flores y yerbas locales. El español pensó, que aquellas flores eran una ofrenda para él, pero lo real era que Moctezuma, a sugerencia de sus médicos, y como medida de profilaxis, se protegía (como las actuales mascarillas de salud) de la pestilencia y del hedor que emanaba de los conquistadores, después de bajar de sus carabelas, donde permanecían varios meses por el viaje y nadie sabía que enfermedades traían, así lo contaba el historiador Leopoldo Castedo. Por acá, el Pueblo Mapuche, décadas después, comenzaron a levantar su voz diciendo ¡¡Trafolonqko, Trafolonqko!! que significa, en mapudüngún, “cabeza quebrada por el dolor y la tos convulsiva”, aludiendo a su vez a la gran epidemia que comenzaron a vivir de: Influenza, Tifus y Viruelas (1554), enfermedades traídas por los españoles para lo cual las Machi (médicos tradicionales mapuche) no tenían cura, pero inteligentemente se comenzó a “aislar socialmente” sólo a l@s enfermos de Chabolonqko en lugares distantes de la comunidad y así no todos eran confinados al sector de Trafolonqko o Tabolango. Hoy aún, algunos sectores rurales conservan el nombre de “Tabolango” recordándonos esas primeras medidas preventivas ante dichas Pandemias.

Durante la Colonia, la salud era muy precaria y la viruela y tuberculosis fueron dando origen a los “Lazaretos”, lugares donde eran recluidos los casos positivos de enfermedades contagiosas; el hospital clínico de la Universidad de Chile fue un lazareto en sus inicios y en Chillán existe la Calle Lazareto. Durante las posteriores décadas de la naciente república, los hospitales no contaban con financiamiento y vivían de la caridad y beneficencia, por ello, varias congregaciones religiosas los administraron como hasta 1820, cuando las Municipalidades asumen el control de los hospitales, mejorando un tanto la infraestructura hospitalaria.

Eduardo Pöeppig, alemán que visitaba el Chile de esos años, escribía sobre las favorables condiciones sanitarias de Chile, pero dadas por el aislamiento geográfico y el clima del país, consignando, eso sí, que las epidemias como la viruela y la sífilis estaban también aquí, ¿A caso, desde esa fecha creemos ese discurso mitológico de que tenemos una barrera sanitaria natural infranqueable (Desiertos, Alta Cordillera, hielos eternos y Mar) que nos protege ante cualquier epidemia?¿Será por eso, que vemos la realidad desde un cierto egoísmo insular  y desde el “Sindrome de la Invulnerabilidad” (como dice el Psicólogo Cristian Araya Molina), pensando que “a nosotros no nos va a pasar” y que las barreras naturales actuaran per-se, más sin embargo, el COVID-19 nos está demostrando lo contrario?

Desde 1870 a 1880, Chile es asolado por epidemias como la viruela y el cólera, por eso el Dr. Augusto Orrego Luco denuncia (1884) que el 60% de las muertes infantil son fruto de las pésimas condiciones de vida y los bajos sueldos pagados a la clase obrera, de esta forma, en 1886 se da origen a la “Policia Sanitaria” que facultaba al presidente chileno a cerrar las fronteras ante epidemias de otros países así como impedir el ingreso de personas y mercaderías provenientes de la zona contagiada, por eso resulta extraño hoy, ante esta nueva pandemia, la excesiva y torpe demora de decretar la “Cuarentena” y control sanitario al foco positivo de contaminación que surgió en la zona oriente de Santiago (Vitacura, Las Condes y Lo Barrenechea) ¿Qué es eso de “Cuarentena progresiva” si en 1886 era otro el predicamento de salud nacional centrándose en los contagiados?¿Es que ahora le estamos dando prioridad al consumismo y otras cosas y no al real problema de sanidad que estamos viviendo? Como dice Claudio Soto Azat, Doctor en Medicina de la Conservación UNAB: “…es natural que los humanos estemos en contacto con la vida silvestre y los recursos naturales, por lo que la transmisión de enfermedades entre especies no es algo nuevo, pero cuando la densidad poblacional aumenta de manera descontrolada, es más probable que las personas tengan un tipo de interacción con la vida animal que genere este tipo de contagios./.../Son unos pocos los que contaminan, son unos pocos los que viajaron por el mundo, sin embargo, somos todos los que asumimos las consecuencias de ello. Cuando la pandemia pase, en algunos meses o un año más, no volvamos a nuestros hábitos antiguos

Chile ha vivido un desarrollo industrial y capitalista, pero a la chilena, que ha significado el excesivo enriquecimiento de unos pocos en detrimento de la inmensa mayoría de obreros y trabajadores que hemos vistos postergados nuestras necesidades básicas de salud, vivienda, educación y jubilación. Así la industrialización movilizó grandes grupos humanos del campo a la ciudad, generando grandes bolsones humanos en los sectores marginales que cambiaron  radicalmente la fisonomía social desde mediados del siglo XIX trayendo un gran problema sanitario en donde aumentaron las Neumonías, la Difteria, el Tifus, la Viruela, Sífilis y Tuberculosis, así surgió la “Geofrafía Médica” que reconocía los espacio geográficos que fuesen buenos para la salud de las personas y así prevenir las epidemias, sabia metodología que valoró, los aires saludables del Cajón del Maipo, sector el Peral (Puente Alto) y el Valle de Aconcagua cuando se dio la epidemia de “Los Tísicos” (TBC), catástrofe sanitarias que da origen a la Sociedad de Tisiología (1930 ) y la cátedra de “Tisiología” (1934) en la Facultad de Medicina, pues algo debíamos aprender de ahí, más allá de lo meramente biomédico.

Desde 1920 a 1959, Chile presentó la mayor tasa de mortalidad infantil del planeta, por ello el Dr. Hugo Behm Rosas, junto a su equipo, realiza un trabajo investigativo pionero y publica en 1962 “Mortalidad Infantil y Nivel de Vida”. La tasa era de 306 muertes por 1000 nacimientos (en Suecia alcanzaba sólo 16) y ello era fruto de las inequidades económicas y sociales existentes, el grupo de trabajo escribe: “…una gran parte del sector asalariado no está en condiciones de resolver el problema de sus subsistencia. La agricultura, técnicamente atrasada y con tierras desigualmente repartidas /…/ La mortalidad infantil viene a ser, en consecuencia, un indicador del alto precio en vidas que los pueblos pagan por las formas de organización económicamente ineficientes y socialmente injustas que ha logrado darse…(así) la mortalidad infantil en el país sigue más bien el curso de nuestra economía que la extensión de los servicios médicos. (Si) la salud del niño se encuentra tanto vinculada a la atención médica, como a la calidad de la vivienda, la distribución del ingreso, la producción de leche u otros aspectos, es evidente que la solución es multidimensional y, necesariamente, coordinada./…/No es válido, en cambio, si se concluye que es preferible que estos niños sigan muriendo y que los recursos para los programas de salud se restrinjan mientras nuestro desarrollo económico entre por mejores rutas.” Behn Rosas concluye. “…la planificación es una herramienta y no un fin. De este modo las estadísticas cumplirían el único propósito que las justifica: servir para construir un mundo mejor.” Pero parece que, después de 58 años de dicha letal epidemia infantil, aún no aprendemos y muy por el contrario, algunas autoridades actuales aparecen con un discurso triunfalista y se comparan con la situación actual de Italia y dicen que “estamos en mejores condiciones que ellos” frente a esta Pandemia, siendo que están haciendo todo lo contrario, a lo que sugiere el científico francés Didier Raoult, director del Instituto Hospitalario Universitario (IHU) Mediterráneo-Infección de Marsella e integrante de los científicos asesores de Emmanuel Macron (Presidente de Francia), ha planteado insistentemente, queConfinar al conjunto de la población sin detectar y sin tratar, es digno del tratamiento de las epidemias en los siglos pasados. La única estrategia que tiene sentido es la de detectar masivamente, luego confinar a los positivos y/o tratarlos, como a los casos más riesgosos, puesto que es posible, como lo vimos en China y en Corea.”, o sea, no es estratégico confinar a toda la población (sanos y enfermos), ya que ello  “no ralentizan la epidemia, con el riesgo de fenómenos de rebote potencialmente peores. Todas las recomendaciones en salud pública son por el contrario de detectar el máximo de casos posibles (hacer pasar el test rápido)  y de confinar únicamente los casos positivos durante el tiempo que se requiere para que ya no sean contagioso”. Ahora ¿Por qué ello no se aplicó desde un primer momento con las comunas de Vitacura, Las Condes, Providencia y de colegios particulares privados excelsius? El único camino que tiene sentido según la evidencia, es confinar solo a los portadores del virus, y tratarlos para evitar terribles complicaciones o bien para reducir el tiempo durante el cual son contagiosos. ¿Es que se perdió la trazabilidad en Chillán, San Pedro, Pto Williams, Vitacura, Las Condes, Caleta Tortel y Rapa Nui? ¿Y si se perdió dicha trazabilidad, ello fue por….?

Nuestra solidaridad no sólo se debe reflejar para las “Alcancía de la Teletón” o la “Alcancía de Fundación mi casa”, estas pandemias nos llaman a ser real y verdaderamente solidarios, o sea, sólo los que han viajado por las europas y han estado donde han estado en estos últimos meses deben asumir sus responsabilidades desde la honestidad humana y estar dispuestos a recibir la atención de salud que corresponde oportunamente evitando contagiar a los sanos.

 

El COVID-19 nos puso en crisis a todo nivel y por ello urge un cambio ético y moral a nivel individual y país (también mundial), pues ya no es sólo un problema de salud. En el 2004, Michael Marmot profesor de la Universidad de Londres, publicaba sus investigaciones “Status Síndrome” develando la influencia de las determinaciones sociales en nuestra salud, concluyendo que “mientras más abajo uno esté en la escala social, menos control tiene sobre la vida y por ende los que están más abajo (en una organización jerárquica) se enfermen más y mueran antes que los que están más arriba…” ¿Usted acepta aquello y que la salud sea un negocio en favor de una elite (“Status Síndrome”) en detrimento de una mayoría excluida y expuesta a malas condiciones de vida y salud por siglos, sólo por la avaricia y arrogancia de unos pocos?

Aquí, he mostrado que en este hermoso suelo, hemos vividos grandes epidemias, que nos han llevado a tomar diversas medidas preventivas, asertivas o no (Tabolango, Lazaretos y otras) y este COVID-19 es una más que quedará en los anales de la historia, pero pareciera ser que nuestra sociedad no aprende ni enmienda los dolores, los mantiene y de ellos se benefician los grandes consorcios económicos, pues a pesar de las Crisis (Económica, políticas o de Salud) el millonario no empobrece, siempre gana y el pobre se empobrece más y se enferma más.

Hoy no se trata de aplanar la curva de contagio simplemente, no se trata de salubridad solamente, se trata de ver, analizar y solucionar esta Pandemia interdisciplinariamente y con JUSTICIA SOCIAL, donde nadie sea excluido y marginado por su condición social o por su origen étnico. Debemos ir al ritmo de la crisis y no trastabillando detrás de ella...pues si las medidas son posteriores, los efectores colaterales de la pandemia también se multiplicaran.  

Será que el “vicharraco” nos está llamando a ser menos soberbios, arrogantes y que seamos “YA” solidarios en todo y no vivamos egoístamente, trabajando eso sí por un mundo sin desigualdades económicas y sociales y ello “DEBE” ser así, pues ese desequilibrio socioeconómico y las injusticia sociales, históricamente, nos han traídos pestes, calamidades y mortandad. Cuando pase la pandemia del “televisivo y farandulero” COVID-19, no se ponga triunfalista, pues vendrán de la mano otros tipos de crisis (así lo demuestra la casuista y la epidemiología) por ello, ahora y ahí, debemos saber tender la mano con menos discursos “correctamente políticos”, pues cuando se haya aislado el COVID-19, él nos dejará otros y nuevos desafíos y no debemos olvidar eso, ni lo que estamos viviendo ahora. “No podremos jamás vencer o erradicar esta criatura. Protegernos contra sus daños sí, y luego tendremos que aprender a vivir con ella.” (Dr- Didier Raoult).

La mejor vacuna biopsicosocial es derribar el mito del “Sindrome de la Invulnerabilidad”, tener sed de Justicia Social, llevar vidas más simples y  desinteresadas, solidarias y autárquicas.

 


 
 
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