Viernes, 26 de Abril de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

Costumbrismo Rural- Huevos azules de la tía Raquel

Por Sergio Díaz Ramírez, Ing. Agrónomo Eco granja Parque Cordillera

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Las colloncas los originaron y las acompañaron los quetros, pero la genética utilizo otras razas y el don se transmitió de manera mágica a las jiras, pirocas, tufuas y flor de habas. La mano de la tía Raquel los elegía, miraba su forma, redondos las hembras y alargados los machos. La cloques llegaba a mediados de agosto, mollejas y barbas coloradas, canto característico y nido protegido para los 21 días.

Una castellana insistía en meterse a su nido, al nido de la primera clueca de la temporada, volvía de noche la tía con una ramita de ortiga, su secreto era infalible, tres golpes en el pecho a la intrusa, cambio de lugar y otro nidal que espera los 21.

Gallinero de campo, techo permeable, escalera de percha, cajón manzanero de nido, rincón con cenizas para las niguas y un travesaño de coligue para el canto madrugador del cogote pelado. Acceso libre a la pastura del potrero, al picoteo de las yerbas medicinales, al grano de las malezas, a las lombrices después de la escampada, al morocho de mañana y tarde que la tía esparcía al son del tiqui tiqui.

Gallinas de campo. Qué espectáculo cuando corre un tufuo para pisar una flor de almendra, siempre y cuando el patrón collonco no lo vea. Picotean las pirocas, pachachas y copetonas, a lo lejos escarban unas negras, perdicitas y jiras. No falta la trintre cacareando un verde azulado y la flor de haba un castaño de doble yema. Es la película del campo, la serie Netflix, infinitos capítulos y temporadas, aparentemente siempre igual, pero para el que disfruta de la imagen, nunca un gallo canta a la misma hora, nunca corre en la misma dirección y nunca es el primero en coger el maíz.

Estas aves criollas, vienen de un largo proceso de selección natural, han desarrollado resistencia ante condiciones ambientales desfavorables. Es decir, pueden desarrollarse bien dentro de un rango muy amplio de temperatura y humedad. Su alimentación es por desechos de casa, de la huerta, insectos del suelo. Las gallinas de campo generalmente no producen huevos en la temporada invernal, aprovechan para recuperar sus tejidos y energía. Pero si construyes un buen gallinero, otorgas condiciones de temperatura, das un buen grano y evitas que se mojen con la lluvia, ellas responden con huevos otoñales e invernales.

¿Por qué huevos azules?, la pigmentación de la cascara es de color celeste claro hasta verde oliva semioscuro, la cual se debe a una enzima que se secreta en la parte distal del oviducto, que transforma la hemoglobina en biliverdina, pigmento que se incorpora al huevo al formarse la cascara.

 Han existido intentos de parte del Estado por multiplicar este patrimonio, a través del FIA (Fondo de Innovación Agraria), en su oportunidad y con los Prodesales, por ejemplo, en la actualidad la Municipalidad de Putaendo. Sin embargo, no es un tema fácil, entre otras razones generalmente los proyectos han fallado por falta de recursos; alimentos muy caros; falta de compromiso de los avicultores al esperar un rédito económico en el corto plazo; ausencia de un enfoque integral al basarse en sus productos directos, entre otros.

Existe un programa exitoso en la zona de los Ángeles. Un emprendimiento privado donde el fin no fue obtener huevos ni carne, si no que entregar conocimiento a través de conformar un plantel, buenas instalaciones, manejo en semi cautiverio, charlas, demostraciones, cátedras y seminarios internacionales.

En la zona de Aconcagua existe interés en el trabajo de la gallina mapuche, sólo falta organización y liderazgo de la iniciativa. Eco cultores que en su momento manifestaron su compromiso de hacer un trabajo en conjunto fueron: María Cristina Wendt (Catemu), Juan Contreras (Foncea), Julio Escalante (Rinconada), Pamela Ortega (Cariño Botado), Genoveva Rodríguez (Santa María), Rosita Rodríguez (Tocornal), Javier Contreras (Quebrada Herrera), Patricia Sánchez (San Francisco), José Villarroel (Centenario), Paulina Mora (San Vicente), María Urtubia (Centenario), Ana María Reyes (El Sauce).

Lo que no sabía la tía y no podría haberlo sabido, es que décadas después sus huevos entrarían al selecto grupo de 5 productos chilenos que el movimiento internacional Slow Food elegiría como producto baluarte. Los originales del pueblo mapuche, los mismos que ella seleccionaba y multiplicaba, ahora estaban en la mira internacional, por ello, la gallina francolina, camina orgullosa luciendo su estampa de cola mocha y copete al viento con el conocimiento de tener el ADN del huevo azul.


 
 
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