Una brisa atraviesa el lomaje de Campos de Ahumada. Ni trombas, ni tornados, pero sí remolinos continuos elevan hojas deslavadas de álamos, que circundan el lugar. Así llegamos a descubrir este oficio de carbonero artesanal, que Alberto realiza desde su cuna, cuando por herencia natural recibe el legado.
Sin duda, retrocederemos un par de siglos al aroma del terruño que pasa a los árboles, posteriormente a la leña y finalmente al carbón vegetal. Viejas casas de adobe de los campos chilenos, que se caracterizaban por corredores con trenzas de ajos y cebollas colgadas en oxidados alambres, mazorcas de maíz secándose en las ajadas tejas. Pero este panorama no estaba completo sin el infaltable rincón de sacos de carbón para los braseros diarios.
Las fatigosas jornadas de antaño, embrutecedoras estaciones, cuando campesinos de oficio dejaban familias y casas para cubrir extensas temporadas de fabricación de carbón, han sido sustituidas por lugares de fácil acceso, acompañados por las familias, movilización en cómodas camionetas y descansos diarios en casas. No por eso deja de ser un trabajo duro, motosierra al hombro, afilado de cadenas, carguío de sacos, apilado de leña y conformación del horno.
Seguramente muchos recuerdan en algún paseo a caballo por los campos de Los Andes que, entre estepas de espinos, surgían hornos muy altos y grandes, asociados a extensas rumas de leña de bosque nativo y otros, especialmente de acacia caven o espino, pues las caseras así lo exigían, por su poder calórico. Eso se tradujo en terrenos erosionados con cárcavas, producto de abundantes lluvias de otros tiempos. Los espinales, son árboles de la familia de las leguminosas, son caducifolia, de origen sudamericano, de unos 5 a 6 metros de altura, que tienen la facultad de fijar el nitrógeno en sus raicillas, de manera que son muy importantes para la productividad de las praderas, además que bien manejados, en forma de copa, prestan una confortable sombra a los animales productivos rurales.
Hoy existe la suficiente información y fiscalización para no ocupar esta materia prima y son los añosos árboles frutales, los que se utilizan en estas faenas, así como: nogales, ciruelos, durazneros y parras.
El carbón técnicamente es una sustancia sólida, ligera y combustible que resulta de la combustión incompleta de la leña. Su carbonización se obtiene mediante el primitivo procedimiento de carboneras, en que el calor necesario es suministrado por la combustión de una parte de la leña y de las materias volátiles combustibles, que se desprenden sin ser recuperadas.
Etapas de la carbonera: corta y entresaca de la leña de los huertos; traslado, clasificación y apilado de la leña; montaje de la leña, que sea cónica y en piras circulares; orificios o boqueras en el horno; encendido a través de brasas incandescentes. La combustión se inicia de abajo hacia arriba y el carbonero va controlándola mediante el cierre y abertura de las boqueras, provocando la combustión incompleta, que es la clave del producto, alcanzando una temperatura de 400 grados celcius.Cuando la combustión llega arriba, se sella el horno completo y en ese momento se comienza a hacer el carbón. Durante el proceso la altura de la leña se va reduciendo a menos de la mitad, finalmente viene la extracción del carbón y correspondiente ensacado.
Hace unos 50 años era común en los barrios que existiera una bodega llamada carbonería, donde comercializaban el producto a granel con balanzas patas de gallo y de pie, pues los braseros de antaño eran las estufas actuales. Así vemos que en las cuadras del barrio había almaceneros, carnicerías, reparadoras de calzado, cambio de revistas, boticas y carbonerías. En la actualidad el carbón básicamente está asociado a parrillas de fiestas y fin de semana.
Queremos personalizar nuestro agradecimiento como andinos al rostro curtido de los antepasados de Alberto y a su joven empuje , que junto a su mujer Margarita ( cajera y gerenta), mantienen el oficio y ponen en valor un producto ancestral.
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