Miercoles, 30 de Abril de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

Prospectiva histórica del cruce del Ejército de Los Andes

Por Octavio Arellano Zelaya, concejal

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Un día 19 de enero de 1817, se inició desde los Campos de Plumerillo, en las afueras de Mendoza, Argentina, una de las epopeyas militares que permitió derrotar a las tropas coloniales españolas en los campos de Chacabuco y lograr la independencia de Chile y Perú. El Cruce de la cordillera por el Ejército de Los Andes, bajo la conducción de los Generales José de San Martin y Bernardo O´Higgins, movilizó un contingente de 5.000 efectivos militares, el cual es considerado una de las grandes gestas militares de la historia, teniendo en cuenta la logística y capacidad de organización que involucró en su preparación, especialmente porque debió sortear la dificultad que involucraba cruzar por seis lugares distintos la Cordillera de Los Andes. Su prueba de fuego fue el 12 de febrero de 2017, en el lugar donde hoy se levanta el Monumento a la Batalla de Chacabuco construido el año 1967. Esta gesta dió inicio al período conocido como de la Patria Nueva, que finalmente condujo a la firma del Acta de Independencia Nacional el 12 de febrero de 1818.

Para ello, el Ejército de Los Andes debió recorrer más de 500 kilómetros por agrestes senderos del macizo andino, soportando las dificultades climáticas en zonas cuya altitud supera los 3.900 metros, cargando sus equipos y vituallas, enfrentando riesgos y los ataques de los destacamentos de avanzada del ejército español, que estaba al tanto que se preparaba la invasión del territorio chileno.

Esta fuerza expedicionaria se organizó en los Campos de El Plumerillo, en las afueras de la ciudad argentina de Mendoza, conformado principalmente por tropas transandinas y parte del ejército chileno que había emigrado a Mendoza el año 1814, luego de la batalla conocida como Desastre de Rancagua. Además del General O”Higgins, en la gesta también tuvieron una destacada participación el general José Miguel Carrera, el coronel Manuel Rodríguez y muchos patriotas que mostraron su arrojo en la lucha contra el régimen colonial español.

Preparativos en Mendoza.

La Batalla Rancagua, ocurrida los días 1 y 2 de octubre de 1814, puso término el período denominado de la Patria Vieja e inicio de la Reconquista, lo que permitió al régimen colonial español recuperar el control del territorio chileno, obligando a las tropas chilenas a emigrar hasta la provincia argentina de Cuyo, éxodo que los llevó a cruzar la cordillera bajo apremiantes condiciones climáticas y el hostigamiento la de las tropas realistas. La organización del Ejército de Los Andes fue liderada por el General José de San Martín, a la época Gobernador de la provincia de Cuyo, por decisión del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata Gervasio Antonio de Posadas. Una vez declarada la independencia de Argentina el 9 de julio de 1816, es elegido con Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón , quien apoyó decididamente al General José de San Martín en la conformación del Ejército de Los Andes.

Ello significó que la ciudad de Mendoza se transformara en un gran cuartel y fábrica militar, participando los vecinos de la provincia de Cuyo, en la elaboración de pólvora y municiones, fundiendo cañones, y en la confección del uniforme del ejército patriota. Se montó una fundición de armas a cargo del religioso franciscano fray Luis Beltrán, un cuerpo de maestranza a cargo de Antonio Álvarez Condarco y servicios sanitarios a cargo del médico Diego Paroissien.

La estrategia previa al cruce consideró un complejo plan para engañar al enemigo, mediante el envío de espías y guerrillas, conocido como guerra de “zapa”  o distractivas, las que fueron lideradas por el héroe patrio Manuel Rodriguez, quien difundió el rumor de que el Ejército cruzaría los Andes por un paso más al sur, con el objeto que los realistas dispersaran sus fuerzas.

 

Conformación del Ejército de Los Andes.

 

A mediados de 1816, San Martín se instaló en el campamento de El Plumerillo, donde constituyó su Cuartel General, el cual era encabezado por el Capitán General José de San Martin secundado como Comandante del Cuartel General por el Brigadier Bernardo O'Higgins, actuando como Secretario de guerra el Teniente coronel José Ignacio Zenteno, como Auditor de guerra el Dr. Bernardo Vera y Pintado y como Capellán general castrense el Dr. José Lorenzo Güiraldes. El Estado Mayor tenía como Jefe al mayor general al Brigadier Miguel Estanislao Soler, por su parte tenía unidades, entre otras, el Batallón N° 8 de Infantería, al mando del teniente coronel Ambrosio Crámer, el Batallón N° 11 de Infantería, al mando del coronel Juan Gregorio de las Heras y al Batallón N° 1 de Cazadores de Los Andes, al mando del teniente coronel Rudecindo Alvarado.

 

El Ejército de Los Andes estaba compuesto por cerca de 5.000 efectivos y auxiliares, comandadas por 14 jefes y 195 oficiales, 3.000 de ellos infantes divididos en 4 batallones, entre los cuales se consideraban tropas chilenas que habían emigrado unos años antes a la Argentina a causa de la derrota sufrida por las tropas coloniales.

El Cruce de la Cordillera.

El Ejército de Los Andes cruzó la cordillera entre el 19 de enero y el 8 de febrero de 1817, desplegándose por seis pasos diferentes, ubicados entre Copiapó y Talca. La estrategia consistió en que el grueso del ejército dividido en dos columnas que avanzaría hacia Santiago por los pasos de Uspallata y de Los Patos, ocupando las ciudades de Los Andes y San Felipe, dos por el flanco norte y las otras dos por el flanco sur. Las dos columnas del norte debían ocupar las ciudades de La Serena y Copiapó, neutralizando el desplazamiento de las fuerzas realistas hacia Santiago. Las columnas del sur debían hacer creer que eran la columna principal para distraer y dividir las fuerzas realistas.

Las Batallas de Guardia Vieja, Achupallas, Las Coimas y Chacabuco

Apenas realizado el cruce de la cordillera, el ejército libertador se enfrentó el 4 de febrero de 1817 con las tropas realistas en el Combate de la Guardia Vieja, cerca de la localidad de Río Blanco y en los de Achupallas y Las Coimas, en los alrededores de la localidad de Putaendo, reagrupándose finalmente en el valle de Aconcagua, para marchar hasta la Cuesta de Chacabuco, hasta donde se había replegado el ejército español.

La Batalla de Chacabuco tuvo lugar el 12 de febrero de 1817, cuyas escaramusas se desarrollaron entre las 11 de la mañana y las 14 hs., adelantándose dos días a lo planificado originalmente, para no dar tiempo a las fuerzas realistas a reorganizarse, luego de haber sido dividas por la “guerra de zapa”, haciendo creer que el ejército libertador ingresaría por otros pasos. Las fuerzas patritas se dividieron en un ala derecha, al mando del Brigadier Miguel Estanislao Soler, con 2.000 hombres, que tomó el camino largo de la Cuesta Nueva y en un ala izquierda, a cargo del General Bernardo O´Higgins, con 1.500 hombres, que avanzó por el camino corto de la Cuesta Vieja y realizó el primer ataque a las tropas españolas. Las tropas de O´Higgins, se vieron envueltas entre los fuegos cruzados de los españoles, por lo que Soler en un ataque sorpresivo con su división, obligó a los realistas a replegarse. Las pérdidas españolas, ascendieron a 500 hombres muertos y 600 prisioneros. Entre las fuerzas emancipadoras hubo 12 bajas y 120 efectivos resultaron heridos. El gobernador realista Marcó del Pont, fue tomado prisionero al intentar huir hacia Valparaíso y confinado en San Luis. El día 14 de febrero, el Ejército de Los Andes, hizo su entrada triunfal en Santiago.

Consecuencias de la acción bélica del Ejército de Los Andes.

El 15 de febrero de 1817 se reunió un Cabildo Abierto, quien nombró como Director Supremo al General don Bernardo O´Higgins Riquelme. Con el ingreso de las dos columnas principales del Ejército de Los Andes por el centro del país, luego de la victoria de Chacabuco y la ocupación de Santiago, las tropas realistas se replegaron hacia Concepción, quienes recibieron refuerzos por mar enviados por el virrey del Perú e iniciaron el avance hacia Santiago, siendo finalmente derrotado el 5 de abril de 1818, por el Ejército de Los Andes en la  Batalla de Maipú.

Un año después de cumplirse el primer aniversario de la batalla de Chacabuco, el Director Supremo de Chile, el General Bernardo O’Higgins, proclamó, juró y firmó el acta de Independencia de Chile en la ciudad de Talca. En Santiago, durante esa misma ceremonia, se presentó el nuevo y actual pabellón patrio, cuyos colores eran rojo, blanco y azul, adornado por una estrella blanca sobre el campo color azul. El 20 de agosto de 1820 la Escuadra Libertadora zarpó hacia el Perú desde Valparaíso con bandera chilena, al mando del General San Martin. Dicha expedición estuvo integrada aproximadamente por 4.000 soldados chilenos y 600 argentinos que pronto ocuparon Lima y Callao e iniciaron con ello la liberación del Perú.

La gesta del cruce de Los Andes es el testimonio imborrable e imperecedero de los fuertes lazos de unidad y amistad que han caracterizado la historia patria de los pueblos chileno y argentino, construidos a sangre y juego, luego de enfrentar a lomo de mula y en marcha forzada más de 20 días de marcha, una de las cordilleras más indómitas del continente. Hoy, los andinos conmemoramos la gesta con el orgullo de haber sido una ciudad estratégica en las operaciones de guerra que llevaron a que el Ejército de Los Andes estableciera en esta ciudad su Cuartel General, desde donde se inició la marcha que condujo a la victoria de Chacabuco y posteriormente a la Independencia Nacional. Hoy la Plaza de Armas de Los Andes, rinde homenaje a quienes lideraron la epopeya, los Generales José de San Martín y Bernardo O”Higgins, con sendos bustos de los patriotas. Aún está pendiente reconocer de igual manera la memoria de otros próceres que resultaron fundamentales en el logro del triunfo, como Juan Gregorio Las Heras, José Miguel Carrera, Ramón Freire, Santiago Bueras y el inmortal guerrillero Manuel Rodríguez. Proyectando la gesta hacia nuestro tiempo, todo indica que la ciudad de Los Andes y el Valle de Aconcagua, es y seguirá siendo en el futuro, un pilar estratégico en la construcción nuevos y profundos lazos de desarrollo económico, cultural y político de ambos pueblos hermanos,  cuya montaña que ayer nos dividió, hoy se a convertido en la columna vertebral de una nueva sociedad  latinoamericana que avanza unida hacia la construcción un futuro común. 


 
 
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