Los procesos de descentralización en Chile desde el siglo pasado a la fecha han sido de dos tipos: uno, surgido a propósito de la visión desarrollista inspirada desde la década del 40, en que la división política de país se establecía con propósitos y objetivos productivistas y con finalidades que establecidas desde el centro de Chile, organizaba el país bajo ese esquema económico y cultural. El otro, surgido durante la dictadura, ocasión en la que el país fue dividido en regiones, esto principalmente con una orientación geopolítica al alero de la predominante en esa fecha, doctrina de la seguridad nacional. A la llegada de la democracia no hubo mayores cambios, salvo la creación de dos regiones y últimamente la elección popular de consejeros regionales.
Más allá de la visión que uno pueda tener, el hecho es que el Estado central siempre ha definido a las regiones como objeto, nunca como sujeto, sin que estas puedan incidir sustancialmente sobre su destino.
Hay quienes creen que la descentralización es solo una desconcentración de funciones, un aumento de recursos para las zonas, una decisión tecnocrática o económica, unos cuantos edificios públicos instalados por acá o por allá.
Personalmente creo que eso no basta, que es una decisión superficial y carente de un sentido democrático de la construcción de la República.
Este proceso de construcción central de la descentralización, se encuentra agotado, uno de los principales problemas que presenta es el de los conflictos interregionales. Por esta razón existe un estallido en todo Chile de demandas en torno a crear nuevas regiones por parte de las agrupaciones de comunas que se sienten en una situación de desmedro.
Las comunas que se agrupan en torno a la denominada Quinta Región Cordillera no sólo no son una excepción, sino que han decidido irreversiblemente transformar esta demanda en realidad.
En estos días se está entregando por parte de la comisión asesora presidencial para la descentralización y regionalización las propuesta a la Presidenta, la que como ya denuncié anteriormente, en nada consideró en sentir de los aconcaguinos.
Las propuestas son varias, pero las principales son, elección democrática de intendentes, y ley de rentas regionales.
Nada se dice de la región de Ñuble, nada se dice de la región de Aconcagua.
La propuesta, no es una solución para nuestras demandas, creo aún más, que profundizan nuestras dificultades e inconvenientes.
Con la elección popular de los intendentes cabe las siguientes interrogantes, ¿De dónde saldrán los candidatos? ¿Dónde abocarán sus mayores esfuerzos para salir electos? Por supuesto que lo harán donde allá mayor concentración de votos, Valparaíso, Viña y Marga Marga.
Si a esto le sumamos el proyecto de modificación al sistema electoral que conforma un nuevo distrito sumando los distritos 10, 11 y 12. La influencia de Aconcagua disminuirá sustancialmente en relación a la elección de nuestros parlamentarios, son otros los lugares en que hay mayor electorado.
Hay que considerar además que la provincia de Los Andes perdió un consejero regional basándose en la población arrojada por un censo que, sabemos, fue mal realizado.
Si hay menor influencia electoral, por lógica consecuencia, habrá menos preocupación por nuestra zona, y obviamente, esto se traducirá en menor desarrollo.
Por eso que dado este cuadro electoral y las reformas propuestas, hoy se hace más urgente la creación de la Región de Aconcagua, con su propio o propia intendente, y con autoridades que nos representen genuinamente. Desconcentrar la funciones, delegar atribuciones, otorgar más recursos, no es suficiente.
La presidenta se comprometió a realizar un estudio serio para la creación de la región de Aconcagua, la propuesta de la comisión es sólo una instancia más en la perspectiva de la descentralización, la que no se agota en ésta. Debemos, sin mezquindades, sin exclusiones, sin protagonismos, sin instrumentalización política, hacer sentir nuestra voz, cómo dije antes, la ciudadanía tiene la palabra, las autoridades sólo debemos apoyar y generar las condiciones para que esto se produzca, el escepticismo está de moda, y no podemos cometer imprudentemente los errores que hagan decaer este proceso.
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