Un aventurero, un conquistador, un adelantado a su época. Un arqueólogo de la mente humana, como él se definió. Aquel que buscó y horadó en las profundidades de la psiquis. El padre del Psicoanálisis.
Este articulo quiero compartirlo con Ustedes, pues me parece interesante pensar esta idea de que Freud y la arqueología, llegaron a su madurez aproximadamente en el mismo momento desde el punto de vista académico.
Al igual que el arqueólogo indaga en los componentes y antecedentes de las sociedades humanas para poder comprenderlas y explicarlas, Freud lo hace con la mente humana, tratando de indagar en el más allá, de la conciencia, de lo visible, de lo cognoscible, del yo.
Su descubrimiento es el Inconsciente. Su teoría y método el Psicoanálisis.
“Imaginen que un explorador llega a una región casi desconocida que despierta su interés por las ruinas, los restos y fragmentos de columnas, paredes y las inscripciones casi ilegibles. Este Señor, se puede contentar con inspeccionar lo que está a la vista, el fenómeno, el signo de la cultura. Pero puede tomar otra vía: la de interrogar la arqueología y descubrir que hay mas allá de la superficie, que hay mas allá de lo evidente.
Ese es el camino freudiano. El de leer más allá de lo legible. El de entender que lo que somos hoy en nuestra arquitectura mental, se construyó en un momento (otro) primero, en nuestra infancia.
Todo quedo registrado e impreso en nuestro inconsciente, por lo tanto debemos valorar que la historia vigente y actual de nuestra vida tiene su origen en nuestra biografía. La enfermedad y los síntomas también.
La “Arqueología de la Mente” me lleva a pensar, que en este recorrido por el Inconsciente de Freud somos parte de una trama de historias primarias que no podemos desconocer y que impactan nuestra vida adulta.
“La vida se vive hacia adelante, pero se comprende hacia atrás” por lo tanto las experiencias del devenir se hacen a posteriori de que suceden, lo que nos ubica en una dimensión atemporal de la psiquis y sin dudas nos ubica en una radical forma de estar en el mundo. Nos aleja de la Psicología de la Vida Cotidiana, que intenta dirigir la vida y la conducta de la gente desde un lugar supuesto donde estaría la verdad, lo objetivo, lo moral y lo correcto.
Freud remueve las piezas de la arquitectura de la mente en este camino arqueológico profundo, tratando de descifrar las murallas de la defensas de los fuertes psíquicos.
Así el Psicoanálisis remueve y trabaja en los detalles de la memoria, del trauma, los deseos y los sueños, tratando de indagar en la profundidad de la inscripción, solo que con una diferencia diría Freud: en la arqueología las inscripciones pueden desvanecerse con el tiempo, mientras que las zonas psicológicas permanecen intactas.
Depende por lo tanto de la apuesta del “análisis” de reconstruir la historia del pasado antiguo.
Del mismo modo que los arqueólogos, Freud creía que podía revelar estratos de la experiencia humana que estuvieron mucho tiempo fuera del alcance de los hombres. Creía que el psicoanálisis podía recobrar esos mundos perdidos. Hoy, el tesoro del inconsciente descansa esperando el momento.
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