Una frase que he escuchado en reiteradas ocasiones este último tiempo ha sido, “anda triste porque está viviendo el nido vacío”, al referirse a un padre o madre que ve como sus hijos comienzan una nueva vida distanciándose de quienes durante años fueron no solo sus acompañantes y criadores, sino que también parte de sus vidas. Esto es común en este momento donde muchos jóvenes ingresan a las universidades para comenzar su formación profesional, mientras sus padres o tutores comienzan a vivir esta nueva experiencia que puede estar marcada por la tristeza y la nostalgia.
El nido vacío es una crisis del desarrollo familiar ampliamente estudiada por el psicólogo Alemán y docente de la universidad de Harvard Erik Erikson a mediados del siglo pasado, la cual consiste en la reestructuración de la familia ante la salida de los hijos de esta. En otras palabras, los padres van gradualmente abandonando su rol de criadores para retomar su rol como pareja. El nido vacío no es una enfermedad, sino que una crisis que implica un cambio inevitable al cual los sujetos deben adaptarse con los recursos que estos poseen. Esta crisis al igual que cualquier otra, puede llevar a las personas que la viven a resistirse al cambio que este representa, dándose a lugar a una serie de afecciones como depresiones o conflictos de pareja.
La pregunta que claramente surge cuando se encuentra una persona en esta situación es ¿cuál es la mejor forma para enfrentarse a esta crisis? Más allá de existir una mejor o peor forma de sobrellevar esta situación, el tema está en qué se puede hacer para adaptarse a esta nueva realidad con el menor costo psicológico posible. Dentro de los recursos a los cuales se puede echar mano para enfrentar esta situación se encuentra la relación que hayan logrado establecer los padres durante todo el proceso de crianza, por lo cual el reencontrarse con la pareja significa poder cerrar la tarea cumplida y retomar lo que nos produce un mayor crecimiento personal. Este crecimiento personal también se aplica para los padres que por alguna circunstancia ya no se encuentran juntos, en donde cada uno de estos podrá aprovechar este momento para velar por su crecimiento personal.
Además de lo anterior, un elemento que favorece la afrontamiento de esta crisis es la anticipación de este momento, de manera tal que no se transforme en un quiebre repentino en la vida de las personas que están pasando por este proceso. Esta es la razón del nombre de la presente columna, ya que en ocasiones se ven familias que ignoran durante mucho tiempo la futura partida de los hijos, de forma tal que cuando este hecho llega, se presenta una explosión de emociones y conflictos que podrían ser mucho más llevaderos si se hubiesen anticipado y solucionado a tiempo.