A solo días de las elecciones presidenciales en nuestro país, decir “sin verdad no hay libertad” no es algo antojadizo ni fuera de toda lógica.
“La verdad os hará libres” es una frase tantas veces citada en los más diversos contextos sociales y hoy trasciende de su origen bíblico para caer como anillo al dedo al quehacer periodístico en tiempos de campaña.
En este contexto, cada ciudadano se enfrenta a un sinfín de mensajes y promesas e intenta definir a quién dar su voto por lo que, defender la verdad, se hace más urgente que nunca.
Tanto es así, que el ejercicio periodístico atraviesa una de las pruebas más exigentes que le ofrece la profesión: ser firme ante la presión, abstraerse del ruido cotidiano y sostener un apego incansable hacia la verdad; es decir, hacia la realidad en cuanto tal.
El deber del periodismo es servir a la sociedad con rigor y ética. Es velar por mostrar hechos objetivos, verificados, contextualizados y coherentes. Su misión no es agradar, sino que garantizar un espacio que permita conocer la verdad.
No es mera casualidad que, en los años 60, Raymond Aron afirmara que la objetividad no consiste en la ausencia de juicio, sino en la honestidad intelectual con que se lo formula.
Lo que aquí está en juego es la confianza pública y hoy, más que nunca, el compromiso con la verdad es un compromiso con la libertad y la democracia. Por algo, George Orwell sostenía que el periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques; todo lo demás es relaciones públicas.
Hoy, como nunca, los periodistas debemos distinguir entre la información y la propaganda, entre la transparencia y la manipulación. La inmediatez, las redes sociales, los algoritmos y la presión por ser el primero en titular, han deteriorado los filtros tradicionales y, con ello, el límite entre el dato duro y la opinión.
En este escenario, el rol de periodista se vuelve clave: debe ser un intérprete crítico, un vigilante de la verdad. El periodismo, en resumidas cuentas, no sólo informa, protege la democracia, el bien común y la libertad.
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