Muchas veces hemos escuchado la frase "todos tenemos alma de niños"... Y, esa frase, que está presente, desde que, notamos que el cuerpo ya no nos acompaña como antes, ya sea por nuestros años o por alguna enfermedad que nos disminuye, o cuando nos animamos a jugar con nuestros nietos.
Pero existe otro motivo, por el cual nos acordamos de dicha frase... Es cuando nuestra alma de niños empieza a morir... Hace pocos días, nos hemos enterado de la triste noticia, de la partida de nuestra querida profesora, doña Mercedes Sotomayor Olivares, tremenda y apreciada maestra de vida, de nuestra querida Escuela Sila... Sí, esa con número, la Escuela Sila N°12 (hoy denominada José Miguel Carrera).
Nuestra profesora, que nos acompañó incondicionalmente durante muchos años, cuando esa alma de niño estaba en el esplendor de nuestras vidas... Cuando éramos inocentes,malillas, traviesos, descubridores y soñadores... Pero, por sobre todo, éramos niños con alma de niños.
Tuvimos la dicha de compartir -ahora con alma de niños, pero en cuerpo de viejos- muchas veces contigo querida maestra, te quisimos y te queremos... Y, te seguiremos queriendo... Te has marchado sin avisar, el 11 de julio del 2019... El destino se confabuló, para que ninguno de nosotros, tus queridos niños supiéramos de tu partida...¿Sería tu deseo el no molestarnos, cómo nos decías cuando nos veías?...Bueno, eso nadie lo sabe... Pero de algo estamos seguros... Parte de nuestra "alma de niños se ha ido contigo maestra en precario cortejo, traspasando el umbral de la eternidad, hacia la escuela celestial".
Querida maestra, Sierra Gorda, tu tierra natal y Los Andes, tu tierra adoptiva junto a tu familia, deben estar orgullosos del paso por esta vida de aquella profesora Normalista, que vino del norte grande, emulando los pasos de la gran Gabriela Mistral y se quedó para siempre en el corazón y en el alma de los que recibimos tus enseñanzas sabias, profundas y sencillas que fueron guía de vida.
Con dolor pero, con la mayor gratitud, queremos decirte amada maestra, que te queremos y recordaremos por siempre por haber derramado en nuestros corazones tu saber, cálido, pleno de cariño hacia un grupo de infantes que tuvo la dicha de recibir tus enseñanzas.
¡Un abrazo en donde te encuentres, querida maestra!
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