Tiempo atrás me permití efectuar una reflexión sobre la necesidad de instar por el gran proyecto en el Valle, a saber, la imperiosa necesidad de contar con una obra hidráulica y/o embalse para la sustentabilidad de todos nosotros. Para profundizar sobre lo mismo y ser un poco más autoexplicativo para con nuestras líderes, es necesario relevar algunos aspectos:
El Sr. René Garreaud, investigador del centro científico chileno que estudia los impactos del cambio climático, se ha referido sobre las razones detrás de la sequía y los vacíos de información que limitan la posibilidad de crear soluciones efectivas.
Por su parte, el profesor Eilon Adar, Director del Instituto de Investigación del Agua de la Universidad de Ben Gurión, Israel, presentó hace unos años atrás en Chile el modelo israelí de innovación y gestión de aguas (dado que las condiciones climáticas de Israel son similares e incluso más complejas que las de la zona centro norte de Chile), en orden a transmitir la relevante experiencia en el manejo eficiente de recursos hídricos, particularmente dado que ha permitido suplir la demanda residencial, agrícola e industrial. En este sentido, y pese a que pudiere parecer un contrasentido, se hizo hincapié que Chile no tenía del todo un problema de escasez hídrica, sino, de una mala gestión de recursos hídricos.
Sobre el particular, tenemos paradigmas que resolver entonces, en relación a actuar responsablemente ante el nuevo devenir del medioambiente y sus cambios, los cuales deben estar orientados a contar con líderes informados y técnicos en búsqueda de soluciones reales que den cuenta de una mejor gestión hídrica.
Conforme lo anterior, me permito plantear un escenario teórico para la mejor ilustración del lector:
1. Considerando un proyecto de embalse, debiésemos considerar aproximadamente 3 a 4 años en estudios de ingeniería, 3 a 4 años en evaluación ambiental, para finalizar con un periodo similar de construcción. Así las cosas, estamos hablando aproximadamente de 10 años en total. Por tanto, si nuestra autoridad tomase la decisión de “dar el vamos” a este proyecto el 1° de Enero de 2020 (ejercicio tomando en cuenta la ley de presupuestos), tendríamos el embalse construido y operativo el 1° de Enero de 2030.
2. Mismo escenario podría darse para una planta desalinizadora, la cual pudiese ser un poco más breve y estar operativa en un rango de 8 a 9 años. (saque Ud. la cuenta desde la fecha en que se toma la decisión).
Finalmente, como ideas innovativas, es dable pensar que una planta desaladora podría tener múltiples fines o constituirse como un joint venture público - privado que abastezca de agua al mundo público y privado (minero, industrial, agrícola) de manera indistinta y en volúmenes a regular. De igual modo, podríamos explorar la misma figura para una vía de asociatividad entre las Compañías Mineras del valle (Angloamerican y Codelco) para la recirculación conjunta de sus recursos hídricos a procesos cordillera.
En fin, podríamos pensar en estas u otras alternativas o ideas, como el hecho que la comuna cofinancie a una Universidad o una Asociación Gremial (organismo creíble, independiente y garante de sabiduría) para que mantenga un constante estudio y monitoreo de la cuenca, en ordena a tener controlado su potencial y medir cualquier impacto futuro, generando de manera consecuencial conocimiento.
Con todo, lo que queda claro que estamos obligados a repensar si o si el modelo y la forma de comportarnos. Invocando al profesor y montañista Rodrigo Jordán, indica que “tenemos oportunidades como sociedad en lo político (no en un sentido político partidista) en pro de la conservación humana”.
Espero en Dios, que Rodrigo tenga razón y los desafíos y plazos no sean eternos.
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