Hileras de encinos, álamos y limoneros marcan las orillas de los caminos en los paisajes campesinos. No solo las aves se sienten en el canto. También las acequias, que nutren sus raíces, murmuran en cada salto y obstáculo. Esa es la imagen típica de una gran entrada, del límite de un potrero o de un cortaviento.
La elección de las especies generalmente está dada por la disponibilidad de agua. Esto es una lógica fundamental y de no ser así, se busca la técnica para el riego, es decir, el diseño es acabado y no puede quedar al azar. Si queremos sauces, necesitamos inundación; si son álamos, orillas de acequias; pimientos bolivianos riegos esporádicos; grevilleas, liquidámbar y jacarandá, riegos semipermanentes.
¿Que han significado estas alamedas a través de los años? Sin duda, diferentes imágenes costumbristas, descanso y alivio del caminante, estampa del huaso a caballo y sus perros, ánimo para el ovejero que conduce sus majadas, inspiración para Rugendas, González, Lira y ejemplo para las arboledas urbanas.
Que dicen los manuales de paisajistas y urbanistas: especies urbanas, manual de plantación y protocolos de producción. A juzgar por lo que sucede en muchos pueblos y ciudades con la arborización urbana, faltarían otros manuales, que son los de los abuelos, los precolombinos…los originales.
Múltiples son los ejemplos del irrespeto por los árboles de nuestras avenidas. Secos por falta de riego, mutilados en las podas, como la entrada de San Esteban. Otros mutilados en sus raíces, como los de Calle Larga, olmos de bola sin control de plagas en Los Andes, avenidas completas de árboles cortados en Curimón para construir los pozos, etc.
Es necesario invitar especialmente a las autoridades andinas, que son los que han anunciado ambiciosos proyectos urbanísticos y de parques como borde rio o Cerro La Virgen, a pensar dicha construcción, no solamente en forma, que si bien es muy importante y es lo que se observará en la inauguración y en los votos, sí no también en el fondo. Dicho fondo sustentará el proyecto, lo mantendrá vivo, tendrá las respuestas a críticas superficiales y profundas, pero lo más importante, permitirá que la forma ecológica y sociológica funcione y para ello deben hacerse presente historiadores, sociólogos y paisajistas.
Diseñemos parques y avenidas con respeto a la especie vegetal. Que esta comulgue con la avifauna del lugar, con los insectos nativos, con las condiciones de clima y el agrado de su gente. Invirtamos en cuidado y mantención, que la foto de la Copec de San Rafael no se repita en el futuro, si “plantamos”, que sea con un cuidado del equipo multidisciplinario. De lo contrario sigamos “enterrando” especies, creo que no es necesario explicar la diferencia.
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