Las consideraciones sobre los acontecimientos, hitos y/o registros pasados, cada cierto (cuestión que debiese ser un “debe” constante del aquí y el ahora de todas las personas), adquieren fuerza y protagonismo para reafirmarnos que somos actores forjadores de un futuro pero, sobre todo, resultado de situaciones pasadas, generadas por actores del ayer y en circunstancias que no son precisamente las actuales.
En perspectiva histórica, podríamos sintetizarlo a través de consideraciones disciplinares que nos recuerdan que estudiamos a un sujeto que existió, mediante una reflexión del presente y con un resultado testimonial (relato) para el mañana. Es una situación compleja, de eso no cabe duda, y lo es mayor aún al considerar dichos hechos y/o acontecimientos dentro una realidad mayor que no es posible de determinar por completo, pero que, presuntuosamente, intentamos enmarcarla a través de hitos y/o períodos construidos para poder entenderla.
Lo anterior es aplicable a toda historia y, por ende, también para nuestra Historia Nacional, dentro de la cual se inserta la Batalla de Maipú. Visto desde el presente, un acontecimiento liberador, afrontado con gallardía y coraje, pero sobretodo, y he ahí el foco de estas líneas, con una trascendencia que posibilitó, tras la expulsión de las fuerzas realistas, proyectar un Estado-Nación independiente capaz de darse autogobierno; con situaciones positivas y negativas (lo cual no viene al caso reflexionar acá), pero bajo un ideal de construcción. Construcción de una nueva realidad que, más allá de los matices que se pueda tener frente a como se desarrollaron las cosas en los años siguientes, implicó una reformulación de las formas y el modo en cómo se concebía el poder y, consecuentemente, una revaloración de la acción colectiva de quienes pretendían emanciparse del abuso y la represión ejecutada por la Corona Española
Apropiándome de lo descrito por John Lynch, en la batalla en cuestión “había que volver a ganar Chile”, y se logró. Si bien no de manera permanente como ilusamente nos gustaría constatar en el desarrollo de los años siguientes, sí desde la convicción de que una nueva realidad era posible; lo cual es totalmente aplicable para nuestros días, considerando, claro está, las diferencias que un tiempo y otro poseen, empero, bajo un designio común que puede ser descrito bajo el ideal y la concientización “somos sujetos y no objetos” de una realidad que se construye diariamente.
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